Los Planetas, entre violines
Un recorrido desigual por el disco ‘Una semana en el motor de un autobús’
El rock y los tratamientos orquestales: el eterno problema. Los Planetas han querido celebrar el 20º aniversario de su disco más celebrado, Una semana en el motor de un autobús, alejándolo de su textura original y envolviéndolo de violines: los de la Orquesta Ciudad de Granada, hace unas semanas en su ciudad, y un quinteto con piano este sábado en Auditori (Festival del Mil·lenni). ¿Es la mejor manera de rendir homenaje y explotar las propiedades del disco que rompió los contornos inocentes del indie-pop de los 90?
Hablamos de una obra concebida en una época en que el grupo se caía a pedazos por el efecto de las drogas y el desánimo (salida de la bajista May incluida), y que capturó a través de la electricidad una sucesión intrincada de estados de ánimo, con brotes hiperactivos, ensoñaciones mortecinas y desvíos crípticos con imágenes de delirante psicodelia. Relieves que Jota y Florent (aquí, Los Planetas se reducen al tándem nuclear) tendieron a alisar en ese formato sin un instrumento tan troncal en su sonido como es la batería de Eric Jiménez y en que las guitarras quedaban soterradas bajo las suaves oleadas de las cuerdas.
BELLEZA LÁNGUIDA La apaciguada adaptación de Segundo premio, proa del disco y apertura de la noche, marcó la medida de lo que nos esperaba. Un recorrido por versiones desiguales, de enfoque sesgado, con un Desaparecer sin su alma pop y una revisión bella aunque también algo lánguida de La playa. El contexto suave no sirvió para que a Jota (que este mismo sábado cumplió 49 años) se le entendiera más al cantar, y aunque sumara su guitarra a piezas como Ciencia ficción el conjunto continuó moviéndose en una pul- por ti leyenda del espacio,