El suicidio de Rubi
El Espanyol prolonga su gafe en Cornellà ante el Barça en el primer derbi del técnico
Era su primer derbi en el banquillo perico después de 18 años de travesía y el resultado no pudo ser peor. Joan Francesc Ferrer Rubi sufrió su primer batacazo serio de la temporada. Es cierto que el equipo ya llevaba tres derrotas consecutivas en la Liga y que el fiasco en Getafe ya había sido un serio aviso, pero un derbi está por encima de todo. El Espanyol no solo fue incapaz de batir al Barça, cosa que no es noticia, sino que se desangró desde el primer momento.
Le gusta decir a Rubi que su idea es innegociable, pero el técnico dio ayer un paso atrás. Su alineación ya fue una declaración de intenciones. Echando un vistazo al banquillo, con gente como Granero, Sergio García, Baptistao o Piatti ya se intuía que el Espanyol estaría más pendiente de ahogar al Barça que de crear. No funcionó el plan. Messi se encargó de hacer saltar por los aires todo. El técnico de Vilassar, siempre metódico, topó con un genio. También traicionó a su estilo con sus retoques. Habrá noches mejores.
Los pitos a Piqué
El españolismo vivió una jornada para olvidar. En todos los sentidos. Los prolegómenos fueron los de siempre con gritos de «Puta Barça» antes del comienzo y Piqué como destinatario favorito de las iras. El central del Barça, el único en el campo con guantes, se llevó la mayor pitada cuando sonó su nombre en el listado de las alineaciones. También retumbó el estadio en sus primeras intervenciones. Había ganas de recibir con contundencia al polémico jugador que el pasado año mandó callar a la afición perica tras su gol.
«Me esperaba que salieran mejor las cosas. En ningún momento pudimos disputar el partido o aspirar a sacar algo», se resignó Rubi, consciente del bajón que supone para todos los pericos un nuevo batacazo ante el Barça. «Estamos pasando un momento complicado, pero no hay una crisis total. No hemos hecho todo tan mal», agregó el técnico, que había preparado con mimo el choque para evitar una cuarta derrota que empieza a encender las alarmas.
El desastre fue tan considerable que la afición acabó olvidándose, incluso, del marido de Shakira. Con el 0-1 de Messi el panorama ya se enfrió, pero el golazo de Dembelé acabó de propiciar el silencio. Los pitos llegaron al descanso para el equipo blanquiazul y la hecatombe se agrandó cuando se hizo oficial el número de espectadores: 24.037 espectadores, una cifra pobrísima. Más de uno renunció a ver la segunda mitad después del bochorno sufrido en
«No hay una crisis total. Toca olvidar esto y aprender, yo el primero», afirmó el preparador