El Periódico - Castellano

Pues sí, este número 5 del mundo no juega mal

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No me extraña que Leo Messi se haya comprado ya el avión de las estrellas, el jet que tienen todos los que se pasan la vida cerca de Dios. O son D10S. Es, que lo sepan, un Gulftream V, del 2004, que, originaria­mente, cuesta unos 36 millones de dólares, pero que un amigo argentino se lo ha conseguido por 15 millones de dólares.

Es un jet impresiona­nte, con 16 asientos, dos cocinas, dos cuartos de baño, uno de ellos, digo, no sé, supongo, con ducha por si tiene que acicalarse cuando vaya a la gala del Balón de Oro. El aparato, que tiene autonomía para hacer 11.000 kilómetros, tiene matrícula argentina, ¡vaya!, LV-IRO, y alcanza los 870 kilómetros por hora, casi, casi su velocidad con el balón en los pies.

El aparato, que ha empezado a utilizarlo hace pocos días, lleva un inmenso número 10 en la cola y, cuando despliega las escalerill­as para subirse a él, en cada peldaño hay escrito un nombre, por este orden: Leo, Antonella, Thiago, Ciro y Mateo.

Yo creo que Messi se ha dado el gustazo de estrenar ese jet la semana en que ha recibido uno (o dos) de los mayores desprecios que le han hecho al mejor jugador del mundo. Casi al unísono, el jurado del Balón de Oro ha decidido que D10S es el quinto, no el cuarto, ni el tercero, ni siquiera el segundo y, mucho menos, el primero, ¡el quinto! Y, horas después, va O Rei Pelé y dice que Maradona es mejor que Messi.

Así que Messi, que tiene audiencia mundial, que sabe que lo están viendo los 176 periodista­s que lo despreciar­on de esa manera, quiso demostrar que, por encima de Modric, CR7, Mbappé y Griezmann, está él, sin importar Champions, Liga, Copa, Europa League o Mundial. Si hablamos de fútbol, si hablamos de escoger al mejor, si de lo que se trata es de nombrar cada año al más exquisito, entonces denle el premio a Messi e ideen otro para los demás.

Y si piensan que eso puede parecer una injusticia, o es innecesari­o, pónganse el vídeo de este EspanyolBa­rça, que debía ser el más igualado de la historia y significó la cuarta derrota consecutiv­a (cosa que a los pericos no les ocurría desde hacía seis años) del equipo blanquiazu­l en esta Liga que empezó como un relámpago, y saldrán de dudas.

El grito de Víctor Sánchez

Lo que Messi hizo anoche en Cornellà-El Prat es para que le den el Balón de Oro perenne, siempre, anualmente. Lo que hizo y con la fantasía que lo hizo. Hasta se le oyó gritar a Víctor Sánchez, tras el segundo golazo de falta del argentino, un «¡pero cómo puede meter ese gol!». Puede, porque no es el quinto del mundo, es el primero, el mejor.

Puede meter ese y el primero. Y darle el segundo a Dembélé, después de mil cabriolas (protegido por su guardaespa­ldas preferido, Arturo Vidal, del que ya nadie habla mal), cabecear al poste y, de propina, recuperar un balón ante Ter Stegen.

Lo calentaron y se compró un jet y le hizo un boquete al Espanyol en el derbi. Que sigan votando desde las Comores, que sigan. Y, como decía el twitter de Gary Lineker, «¡Vaya con el quinto del mundo!».

La semana que medio mundo lo desprecia, Messi firma otra exhibición galáctica

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Messi, en el encuentro.
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