Las alianzas certifican el declive de poder de JxCat
Los gobiernos locales constatan el peso del PSC y ERC frente a las derechas Esquerra desoye la orden de Torra de forjar pactos solo entre secesionistas
Los pactos con los que se forjaron ayer buena parte de los ayuntamientos catalanes arrojan una conclusión clara: el fin de la inocencia. Ningún partido está ya en condiciones de dar lecciones de coherencia. El mapa de gobiernos municipales catalanes se parece a un arco iris, pero con franjas de color y tendencias no menores: la izquierda forja numerosos acuerdos, muchos de ellos por encima de las diferencias en el eje identitario; Esquerra no ha dudado en arrebatar a su competidor independentista, JxCat, cuantas alcaldías le convenían; los ‘comuns’ pierden definitivamente la virginidad y optan por tragarse grandes sapos, llamados Ciutadans en Barcelona y alcaldía socialista en Badalona. El PSC recupera fuelle pero pierde Tarragona y Lleida.
Barcelona se consolidó como la gran excepción a la apuesta estratégica de ‘comuns’ y ERC de entenderse, con los socialistas si es necesario. Sí, es una ciudad menor, y sí, la victoria del PP era un gran estímulo, pero el pacto de Castelldefels entre ERC, PSC y ‘comuns’ es digno de ser mencionado. Como la alianza in extremis de Badalona.
REUS Y GIRONA
La zozobra en el terreno soberanista es notable, y véase como muestra el escandaloso pleno en Santa Coloma de Farners, el pueblo del ‘president’ Quim Torra, donde una hermana suya retiraba el retrato del jefe del Govern de la sala de plenos en protesta por el acuerdo inicial de JxCat con los socialistas. ERC denunciaba maniobras del propio Torra, que seguía tuiteando a favor de «cambiar pactos que no responden a la necesaria unidad» del independentismo. Al final los socios del Govern se repartirán la alcaldía. Una unidad que, si alguien tenía dudas al respecto, ha saltado por los aires en Sant Cugat, Figueres y las diputaciones, por solo poner tres ejemplos. Mientras, Joaquim Forn pedía en su discurso «superar determinadas actitudes negativas o barreras mentales partidistas que nos impiden llegar a grandes acuerdos» entre las fuerzas políticas. Un discurso que representa una bofetada al el mandato de Torra, como lo han sido pactos con el PSC en lugares como Calella o la ciudad del ‘conseller’ Miquel Buch, Premià de Mar. JxCat salva Reus y Girona como principales feudos.
Se avecina tormenta en el espacio posconvergente a partir de mañana. «Defendí votar los Presupuestos de Pedro Sánchez, discrepo del veto a Iceta, creo que nos hemos equivocado en la estrategia de confrontación, y en mi ciudad habría pactado con el PSC desde el minuto cero, pero como hemos de ser puros y no nos mezclamos con los del 155... no entiendo nada», se lamenta un destacado cargo de JxCat.
Pero sin duda, las alcaldías republicanas en Lleida, Tarragona y Sant Cugat, entre otras, son algunas de las muestras del auge republicano histórico. Además de las diputaciones, que pasarán todas menos la de Barcelona a manos de ERC. Un auge también metropolitano, a costa del solar
A partir de ahora estallará la crítica interna entre los cuadros de la posconvergencia
Los ‘comuns’
asumen la ‘realpolitik’ en Barcelona y el área metropolitana al no hacer ascos a algunos votos transversales
de JxCat en este territorio. Los republicanos no han tenido dudas a la hora de forjar acuerdos con quien han considerado oportuno, incluido el PSC del 155 y desafiando –una vez más– las directrices de Torra.
Mientras, el PSC pierde Tarragona, pero recupera el poder en Sabadell y tiene plaza en el gobierno de Barcelona, entre otras poblaciones. Los socialistas lo hacen sin renunciar en ningún caso a su posición claramente contraria al proceso soberanista y al referéndum.
APOYOS EN CLAVE ESTATAL Los apoyos recibidos por el PSC en ciudades como Badalona por parte del espacio de los ‘comuns’ pueden tener también una lectura en clave española en el complejo encaje de bolillos de la gobernabilidad de Pedro Sánchez.
Todo ello en contraste con el erial que es la Catalunya local para el PP y Cs. Y el fracaso de la apuesta beligerante de la CUP en Barcelona, mientras la actuación posibilista en Berga o Sant Cugat les ha permitido mantener la alcaldía o formar parte del gobierno, respectivamente. Esta es otra de las lecciones del nuevo mapa local de Catalunya.