Evitar que se repitan los errores del pasado
Los humanos somos artistas por naturaleza. Desde la pintura rupestre hasta la última pieza contemporánea creada, el arte ha servido como medio, forma y fuente de expresión. Sin embargo, no se limita a una mera manifestación estética sino que nace como una necesidad de provocar emociones fuertes que queden grabadas en el recuerdo de los pueblos. A la vez, es considerado una herramienta de denuncia social. Con sus obras, los artistas apelan a los sentimientos más profundos del individuo para que desarrolle la capacidad de empatizar, cualidad que nos diferencia de las bestias.
Quizá una de las causas de tantas guerras y horrores del pasado y del presente es la falta de esta capacidad, que nos está llevando al nihilismo y a la desconfianza hacia el ser humano. El arte es el espejo de la sociedad, pero se refleja de manera no siempre inmediatamente comprensible
y, por eso, requiere un trabajo emocional y cierta capacidad de interpretación de la misma. Entonces, ¿qué sentido tiene representar algo difícil de entender si el objetivo es comunicar un mensaje colectivo?
El Guernica de Picasso, por ejemplo, con sus figuras simbólicas remite a las violencias de la guerra civil, o el Parque de La Memoria, dedicado a los desaparecidos de la dictadura militar argentina. El objetivo es que se interpreten las obras para reflexionar sobre determinados acontecimientos, comprometerse con los problemas sociales, despertar las emociones más profundas y apelar a estas para sensibilizar sobre temáticas delicadas. El arte sirve para crear una memoria colectiva y para que los errores y horrores del pasado no se vuelvan a repetirse.
Ilaria Verde Estudiante. Savona (Italia)