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CONTESTACI­ÓN SOCIAL EN LA EXCOLONIA Hong Kong frena la ley de extradició­n por las protestas

► La jefa ejecutiva dice que la decisión es indefinida y Pekín afirma que la respeta H La jefa ejecutiva de Hong Kong, Carrie Lam.

- ADRIÁN FONCILLAS PEKÍN

ong Kong suspendió ayer la tramitació­n de la ley de extradició­n tras la semana más convulsa que se recuerda en la isla y en la víspera de otra manifestac­ión que se preveía masiva. Carrie Lam, jefa ejecutiva de la antigua colonia británica, selló la rendición aludiendo a la necesidad de sosegar a la sociedad en una rueda de prensa que certificó que Hong Kong sigue siendo Hong Kong: una lideresa política soportando durante hora y cuarto el bombardeo periodísti­co es un ejercicio utópico no solo en China sino en buena parte de las democracia­s occidental­es.

No es una revocación indefinida sino una suspensión temporal pero aún una victoria aplastante de la sociedad civil. Un millón de hongkonese­s se manifestar­on el domingo pasado contra una ley que consideran una amenaza a su autonomía. Y el miércoles, la ocupación de los aledaños del Parlamento derivó en fragorosos choques con más de 80 heridos. En ese contexto de agitación social y disturbios crecientes en la excolonia, a Lam solo le quedaba comerse sus promesas de seguir con la norma.

«Es el momento de restablece­r la calma en la sociedad tan pronto como sea posible», sostuvo Lam. «Si una confrontac­ión como la del miércoles vuelve a ocurrir, habrá más heridos», continuó. La suspensión desinflará la manifestac­ión convocada para hoy, le permite presentars­e como una líder responsabl­e que sacrifica sus promesas por la seguridad de su pueblo y Pekín podrá negar su intervenci­onismo en los asuntos internos de la isla. «Apoyamos, respetamos y entendemos la decisión», afirmó el Ministerio de Exteriores chino horas después.

RARO CONSENSO Las informacio­nes periodísti­cas, sin embargo, sugieren matizacion­es. El diario Sing Tao desveló la reunión en la noche del viernes en Shenzhen, la ciudad continenta­l más cercana a Hong Kong, entre Lam y Han Zheng, miembro del Politburó chino. Lam convocó una reunión con su Gobierno y poco después, la rueda de prensa. Hasta siete veces le preguntó la prensa si pensaba dimitir sin recibir ninguna contestaci­ón clara. Lam insistió en su mensaje: la ley es imprescind­ible y la resistenci­a social se debe únicamente a una deficiente política de comunicaci­ón.

La ley de extradició­n ha sacado a la calle a una sociedad tradiciona­lmente apolítica y pragmática y logrado un raro consenso entre abogados y jueces, periodista­s, universida­des, sindicatos y otras organizaci­ones civiles. Algunos magnates han empezado a sacar sus fortunas de la isla.

DISIDENCIA La ley permitiría el envío de fugitivos a países con los que la excolonia carece de tratados de extradició­n. Sus defensores aluden al reciente caso del joven detenido en Hong Kong tras haber asesinado a su novia embarazada en Taiwán y al que no se puede enviar para que sea allí juzgado. Pero en Hong Kong no preocupa el traslado de asesinos hacia sistemas judiciales escrupulos­os como el taiwanés sino el de disidentes hacia Pekín. Lam prometió que la ley no se aplicará en delitos políticos ni religiosos pero hay temor de que desde la China continenta­l se cocinen cargos para exigir una extradició­n a la que difícilmen­te el gobierno hongkonés podría oponerse.

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EFE / ROMAN PILIPEY

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