Que el cantautor sentía hacía ella quedó como testimonio la canción ‘Laura’
Laura Almerich y Lluís Llach, fotografiados en Esparreguera en el 2001.
Pero su primer contacto con la Nova Cançó había llegado algo antes, cuando tomó parte en la primera grabación de Maria del Mar Bonet, el epé Cançons de Menorca (1967), donde tocó la guitarra junto a su maestro Gracià Tarragó, fundador de otra formación en la que se integró, el Quartet Tarragó. Almerich saltó así del repertorio medieval y renacentista que cultivó con Ars Musicae a la canción popular, trazando el camino que le llevaría a secundar la obra de Llach durante casi cuatro décadas, hasta su adiós a los escenarios, tras el concierto de despedida en Verges, en el 2007. Además de la guitarra, incorporó otros instrumentos a las canciones del cantautor, como el acordeón, la marimba, la melódica y la zanfoña.
Del afecto que Llach sentía hacia ella quedó como testimonio la canción Laura, del álbum Campanades a morts (1977), oda a la amistad cuya interpretación más famosa no lo fue por su precisión técnica sino más bien por lo contrario, por el error que una Almerich emocionada cometió en el punteo de guitarra durante el concierto del Camp Nou, en 1985. Escena inmortalizada por las cámaras, arropada por una gran ovación reconfortante y que constituye un original momento icónico en su trayectoria. La guitarrista inspiraría otra canción de Llach, Roses blanques, esta firmada a medias con Miquel Martí i Pol e incluida en Rar (1994).
El retiro del cantautor comportó su alejamiento de la primera línea escénica, si bien Almerich siguió cerca deLlach, vinculada a su fundación y al premio Terra i Cultura, que otorga cada año la bodega Vall-Llach. O incluso representándolo cuando él estaba atendiendo sus compromisos en Senegal: por ejemplo, yendo a recoger el galardón de su honor concedido en el 2018 en la gala de los premios Enderrock, donde fue aplaudida como la más genuina emisaria posible.