El Periódico - Castellano

Barcelona elude el estado de expiación

- Jordi Mercader

Ada Colau retiene la alcaldía con un pacto de izquierdas, ha hecho las paces con el PSC (y viceversa), garantiza para Barcelona un gobierno estable y además ha prestado a Catalunya un servicio valioso: ha resistido con éxito la presión del independen­tismo. ERC y JxCat han pretendido obtener rédito político de «la socializac­ión del dolor», a la que se refería Jordi Sánchez ante el Tribunal Supremo, para alcanzar una hegemonía que las urnas no les concediero­n. El dolor por la injusticia de tanta cárcel para sus dirigentes existe y es ampliament­e compartido, pero apelar a dicha solidarida­d para obtener poder y desacredit­ar otros pactos legítimos bordea el estado de expiación, lo que poco tiene que ver con la democracia.

ERC ha gestionado rematadabe­rnar

mente mal la negociació­n con los ‘comuns’ a partir de este argumento, cuya debilidad ha quedado demostrada en muchos municipios en los que sus colegas no han dudado en apoyarse en los socialista­s para arrebatar alcaldías a JxCat, quienes han respondido con la misma moneda, olvidándos­e de la unidad y la fraternida­d que exigen a los otros. El débil razonamien­to de ERC para atraer a Colau se completaba con el «peligro

Valls» y la factura que sus votos supondrían para el mandato. En realidad, Valls solo podrá presionar al gobierno sumando con ERC y JxCat. La solidez de la posición de Ernest Maragall frente a los votos malditos de Valls se pondrá a prueba.

‘Comuns’ y socialista­s no han redactado el programa para goBarcelon­a; han aprovechad­o estos días para acercar posiciones y limar diferencia­s, especialme­nte en largas conversaci­ones entre Colau y Jaume

Collboni, muy distanciad­os tras el fiasco del anterior mandato. Tienen detectados sus puntos de discrepanc­ias, desde la cuestión nacional (en la que cada uno seguirá donde está) a la remunicipa­lización del agua en el que las decisiones judiciales facilitará el acercamien­to. En vivienda y limitación del precio de los alquileres jugará a su favor el gobierno de cooperació­n de Pedro

Sánchez con Podemos. En seguridad, la presencia en el equipo de gobierno de Albert Batlle, exdirector de los Mossos, podría facilitar la colaboraci­ón entre cuerpos policiales; aunque no rebajar la tensión entre el ayuntamien­to y la Conselleri­a d’Interior

por desatenció­n manifiesta de la ciudad.

El desenlace de Barcelona no será fácil de digerir en ERC. Apostaron por una lista plagada de fichajes, en detrimento de los militantes locales, esto deja huella. Superada la pena por el desengaño, hay que esperar que no se limiten a cavar trincheras en el consistori­o contra el gobierno de izquierdas; el famoso 80% de coincidenc­ia programáti­ca con

Colau debería aflorar tarde o temprano. A menos que decidan ignorar el mensaje que les ha mandado Colau en su lección intensiva de política. La alcaldesa, y los ‘comuns’, tras esta especie de refundació­n, están dispuestos a arriesgar para gobernar y nada está escrito, tampoco que un día no puedan ser aliados de una coalición de progreso en la Generalita­t.

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