La importancia de llamarse Albert
Lo primero es pagar las deudas. El título de este artículo es un préstamo del compañero Toni Sust y encierra una historia poco conocida sobre Albert Rivera. Si se hubiese llamado Vicenç, Rivera no comandaría el partido naranja. No es un chiste incomprensible. Vean.
Ciutadans nació como partido en julio del 2006. Pese a su bisoñez, la discusión sobre quién dirigiría el partido fue enconada. Ya al alba, las diferencias parecían insalvables. Alguien propuso entonces nombrar a los dos máximos cargos por orden alfabético. Así se hizo, pero los dos apellidos pertenecían a enemigos irreconciliables. Vaya contratiempo. ¿Qué hacer? ¡Por el
nombre de pila! Venga: Albert, presidente. Pocas veces el azar puro habrá tenido mayor impacto político.
Hoy, Rivera es un hombre en el filo de la navaja. Hace solo un año pisaba firme, era el político de moda, el favorito para la presidencia. Doce meses y quince días después de la moción de censura que aupó al socialista Pedro Sánchez, Rivera ha fracasado en el intento de sorpasso al PP, ha propugnado un cordón sanitario contra la socialdemocracia y se ha asociado con la ultraderecha. El intenso brillo del filo de la navaja ciega los ojos.
El esplendor que Rivera acariciaba hace tan poco se le resiste implacablemente. Sus decisiones estratégicas le indisponen con sus socios europeos y sus principales valedores. Emmanuel Macron ha amenazado con excomulgarle en Europa si no corta con Vox. Mientras, en el retrovisor asoma Manuel Valls.
La presión de Macron, con todo, no es el mayor tormento de
Rivera. El poder económico echa chispas por el bloqueo naranja a
Sánchez. Si el presidente no dispone de más aliados posibles que Podemos y eventualmente los independentistas, las políticas y la falta de estabilidad del nuevo Gobierno sin duda enervarán al dinero. Si Sánchez vislumbrara a su derecha una alternativa para apoyarse, la dependencia de Podemos sería menor. Elemental. El dinero, el mismo que ha regado el fulgurante crecimiento de Cs en los últimos años, no entiende que el pago sea la insolencia. Cría cuervos.
La presión sobre Rivera va a alcanzar niveles extremos antes de la investidura, y después de ella. Y ahí el azar tendrá poco que decir.