«Quieren eliminarnos»
Humanitaria en el mar BARCELONA las trabas de los gobiernos europeos para impedir su labor ahora en Nápoles, reinicia su trabajo Camps, presidente de la oenegé Proactiva Open Arms. VICENS FORNER AP / OLMO CALVO migrantes con miembros de Proactiva Open Arm
Un año después del desesperado atraque del Aquarius en el puerto de València tras un interminable periplo en alta mar con 630 refugiados a bordo por el cierre de los puertos italianos a los barcos con misión humanitaria, la situación no ha mejorado en absoluto para las personas que, desesperadas, se meten dentro de una patera para cruzar el Mediterráneo en busca de una supuesta (casi siempre inexistente) vida mejor. De hecho, el panorama para estos refugiados no es que haya mejorado en nada, más bien todo lo contrario.
lamenta Òscar Camps, responsable de Proactiva Open Arms, cuyo barco llega este lunes a Nápoles y donde presentará el nuevo libro de Roberto Saviano, afirma Camps, convencido de que el objetivo final a tantas trabas es a Proactiva.
lo que hace inviable la organización. ☰
Por eso este activista y su equipo regresan a la zona zero del Mediterráneo central. denuncia. recuerda Camps, quien se siente
de semejante drama pero que culpa
afirma, sabiendo que pueden quedar bloqueados por las prohibiciones de desembarco, algo que ahora también pasa con el material humanitario
Carrera al abismo
Otras dos organizaciones que trabajan en el Mediterráneo, Médicos Sin Fronteras (MSF) y SOS Mediterranée, también denuncian las trabas burocráticas que impiden hacer su labor humanitaria cuando la cifra de muertos no para de subir: más de 1.151 hombres, mujeres y niños desde junio del 2018.
Este dramático balance se complementa además, según estas entidades, con las más de 10.000 personas que han sido obligadas, también desde el pasado junio, a regresar a Libia, país de desembarco habitual desde que los puertos europeos ponen toda clase de obstáculos. afirma David Noguera, presidente de MSF.
La situación empeoró el pasado marzo, cuando los estados europeos decidieron poner fin a las operaciones de rescate limitándose a la observación aérea y a la formación en estas tareas de la guardia costera libia, donde sí se producen desembarcos pero con unas medidas de seguridad que no cumplen ni de lejos los estándares europeos.
La prohibición de rescate también incluye a barcos de pesca y mercantes, a los que se amenaza con perseguirles como criminales si hacen caso omiso de estas consignas que, flagrantemente, suponen una violación del derecho internacional.