¿Tú te prostituirías?
Altas, bajas, listas, atractivas, jóvenes, simpáticas... Todas las mujeres pueden conseguir en menos que canta un gallo (ahí está lo maravilloso) un trabajo. Se acabaron los problemas profesionales, porque hace unos días en Barcelona nos dieron no solo la respuesta a nuestros dilemas laborales, sino también los consejos para que defendamos nuestros derechos laborales y de sindicación.
Conozcamos algunos detalles. Mira, más fácil. ¿Habéis visto Pretty woman? Pues algo así. Aunque con matices, porque la película trata con un romanticismo la prostitución que no es exacto.
Si quieres trabajar de prostituta deberás estar disponible las 24 horas del día, ser penetrada por desconocidos, cobrando, o sin cobrar (según si tu chulo se queda el dinero), aceptando las técnicas de tortura que legisle tu contrato laboral.
Dejaré de frivolizar.
HACE UNOS DÍAS
fue en Barcelona pero podría haber sido en cualquier ciudad española –en noviembre la ONU nos situaba como uno de los mayores consumidores de prostitución del mundo–; se realizaron las jornadas Trabajo sexual, derechos laborales y sindicación. En ellas colaboró el ayuntamiento de la ciudad y el CATS (Comité de Apoyo a las Trabajadoras del Sexo), junto con el cuestionable sindicato Otras y Aprosex, defendiendo la legalización de la prostitución.
Sorprende que en pleno siglo XXI se utilice dinero público para dar visibilidad a organizaciones que promueven la prostitución, ocultas tras sindicatos que blanquean el consumo de los cuerpos de las mujeres para satisfacer los deseos masculinos. Señores, la prostitución no es un trabajo, es una forma de esclavitud. Es más, mientras estás leyendo este artículo, algún prostituidor con el poder de su dinero, la fuerza o el miedo está penetrando a alguna mujer o niña sin su consentimiento en alguna parte del mundo.
Para mí, la pregunta siempre es la misma: ¿Tú, qué cobrarías? ¿Y tu madre? ¿Y tu hija? Si te escandalizas, no quieras para las demás la vida de miseria y explotación que no quieres para ti.