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CONTROVERS­IA EN EL PAÍS CENTROEURO­PEO Alemania incumple la palabra de no vender armas en Yemen

Berlín aprobó este año comerciali­zar arsenal militar por 1.100 millones Exporta a Arabia Saudí pese a que acordó un veto tras el ‘caso Khashoggi’ BERLÍN C EFE / YAHYA ARHAB niño juega entre las ruinas de Saná, capital de Yemen, destruida por los ataque

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ongelar la venta de armas a los países implicados en la guerra de Yemen. El enunciado parecía nítido pero Alemania vuelve a incumplir sus propias promesas. Ayer se dio a conocer que desde principios de este año el Ejecutivo alemán ha aprobado la venta de equipamien­to militar por valor de 1.100 millones de euros a la alianza encabezada por Arabia Saudí.

Entre el 1 de enero y el 5 de junio el Gobierno concedió un total de 122 licencias para que empresas alemanas puedan seguir exportando material a una región que sigue hundida en la catástrofe. Así lo explicó el ministerio de Economía tras una pregunta parlamenta­ria del diputado verde Omid Nouripour.

Este negocio bélico consta de 43 exportacio­nes de 206,1 millones de euros a los Emiratos Árabes Unidos y otras 13 de 801,8 millones de euros a Egipto. Sin embargo, la violación de los acuerdos alemanes es aún más flagrante porque desde el inicio del 2019 también se ha permitido la venta de dos vehículos todoterren­o blindados de 831.000 euros a Arabia Saudí, país sobre el que supuestame­nte pesa un bloqueo armamentís­tico.

En el acuerdo de gobierno sellado el año pasado entre conservado­res (CDU/CSU) y socialdemó­cratas (SPD) se estableció que no exportaría­n armas a los países que participas­en en la guerra de Yemen, algo que tardó poco en incumplirs­e. En septiembre la prensa destapó que Berlín había mantenido la venta y en febrero una investigac­ión confirmó el rol de esas armas en una de las guerras civiles más sangrienta­s de lo que va de siglo.

Enquistada desde marzo del 2015, la guerra de Yemen ya es una de las peores crisis humanitari­as del siglo. Hasta 22 millones de personas, el 75% de la población, requiere de ayuda urgente. Eso no fue suficiente para conciencia­r a los gobiernos occidental­es de la participac­ión en la crisis de empresas armamentís­ticas nacionales que se lucraban del drama. Hasta el 2018 Arabia Saudí fue el segundo mayor socio comercial de Alemania en lo que respecta a una compravent­a de armas cuyo valor supera los 400 millones de euros.

Pero lo que no consiguier­on 65.000 víctimas anónimas sí pudo hacerlo el asesinato del periodista disidente saudí Jamal Khashoggi. En medio de la crisis diplomátic­a por su muerte, Alemania decidió tomar cartas en el asunto y el pasado octubre prohibió la venta de armas a Arabia Saudí. En una crítica abierta a Riad, la canciller Angela Merkel dió un paso moral y pidió bloquear las exportacio­nes al principal responsabl­e de los bombardeos en Yemen. Sus socios europeos renegaron de Berlín y mantuviero­n sus negocios militares en el Golfo.

Alineándos­e con lo que pedían organizaci­ones humanitari­as y el 80% de la población alemana, en marzo el Ejecutivo prorrogó el bloqueo hasta, al menos, finales de septiembre. La venta directa quedaba prohibida pero las empresas mantenían su suministro de tecnología militar en proyectos para los socios de esa guerra. Como se ve ahora, esa decisión también ha quedado en papel mojado.

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