El Periódico - Castellano

«Se aprovechar­on de mí»

Que resultaron ser falsos BARCELONA Sidiqi, fotografia­do el pasado viernes en el Raval de Barcelona. pagó por dos contratos de trabajo que puedes comprarlo», asegura

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Se llama Nadim Sidiqi, tiene 51 años y huyó de Pakistan hace ya 10 para buscar oportunida­des y una vida más próspera en Europa. Ha pagado más de 7.000 euros por dos falsos contratos de trabajo que le dejaron en la calle y sin nada.

«Me fui de Pakistán buscando como todos una vida mejor», explica. En aquel momento no tenía mucho dinero, así que, según su relato, no contactó con ninguna mafia que lo llevara hasta Barcelona. Consiguió un visado de turista, se pagó el vuelo a España y llegó aquí como un turista sin serlo. «Es verdad que si pagas más dinero lo tienes más fácil, pero yo no me lo podía permitir», recuerda.

Al llegar a España le quedaban algunos ahorros pero le robaron la cartera y se quedó sin nada. «Había estudiado grafismo en Pakistán. Estaba acostumbra­do a trabajar en oficinas, no estaba preparado para ser peón en obras», relata. No tenía papeles y nadie le daba trabajo, así

☰ que optó por un método que, al menos en su barrio, era un secreto a voces. «Todo el mundo sabe que puedes comprar un contrato. No sé de nadie que no lo haya hecho».

Timado dos veces

cuerda. El resultado fue el mismo que la primera vez: el contrato estaba falsificad­o, no era válido. Intentó denunciar el timo a la policía. «No sirvió de nada, me dijeron que yo era colaborado­r necesario y se lavaron las manos», critica.

¿Y cómo consiguió pagar todo ese dineral? «Trabajando de lo mío, las horas que hiciera falta». Un total de 20 al día, en concreto. Sin apenas dormir. Se encargaba de hacer carteles, tarjetas, nosotros, nos explotan, pero es que no tenemos alternativ­a, la ley no nos ayuda en nada», sentencia.

Sidiqui ahora ya ha regulariza­do su situación y puede trabajar legalmente en España. «Un privilegio, después de tanto sufrimient­o», dice con una sonrisa. Él lo consiguió después de que una trabajador­a social del Ayuntamien­to de Barcelona hiciera un informe favorable de su situación. A los pocos años, el Estado lo acabó validando. «El problema es que hay muchísima gente sufriendo, y no parece que haya solución», lamenta.

Nadim sabe que hay otra forma de regular los papeles: casarse con una mujer española. «No estaba a mi alcance pues es mucho más caro». El precio mínimo para un matrimonio de convenienc­ia de este tipo son 12.000 euros, aunque en realidad «ellas puedan poner el que quieran». Es la fórmula más rápida para conseguir el permiso de residencia en España. Sin embargo, no todos los bolsillos se lo pueden permitir.

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