Muere en pleno juicio el exlíder egipcio Mursi
Cayó de forma repentina tras declarar ante el tribunal de El Cairo que lo juzgaba El dirigente islamista estaba en la cárcel desde el golpe de Estado del 2013 Mursi, en diciembre del 2015 durante uno de los juicios a los que debió de hacer frente.
Mohamed Mursi, el primer presidente elegido democráticamente en la historia de Egipto, murió ayer de forma repentina mientras comparecía ante el tribunal de El Cairo que lo juzgaba por presunto espionaje y traición. De su fallecimiento dio cuenta la televisión estatal egipcia y también la fiscalía, que dijo que el cuerpo del exmandatario no presentaba «heridas recientes», descartando que hubiera sido torturado recientemente.
La fiscalía informó de que el exmandatario, de 67 años, cayó fulminado al suelo justo después de hablar ante el tribunal desde la jaula en cuyo interior comparecen los procesados en los tribunales egipcios. En la vista de ayer, Mursi respondía a la acusación de haber revelado secretos de Estado a grupos o países extranjeros, entre ellos al movimiento palestino Hamás.
Mursi era miembro de los Hermanos Musulmanes y estaba
en la cárcel desde el golpe de Estado que dio el Ejército el 3 de julio del 2013. Desde entonces había comparecido en varias veces ante la justicia acusado de múltiples cargos y ya había sido condenado a cadena perpetua. En uno de los juicios, en el 2015, fue sentenciado a muerte aunque después se le anuló la condena.
Los Hermanos Musulmanes calificaron la muerte de Mursi de «asesinato» y desde su web oficial hicieron un llamamiento para que los egipcios acudan en masa al funeral. El Gobierno declaró el estado de alerta, en especial en la provincia de Sharqiya, en el delta del Nilo, de donde Mursi era originario y donde se prevé que sea enterrado.
Los Hermanos
Musulmanes tildan la muerte de «asesinato» y piden actos de protesta en el funeral
SIN VISITAS El abogado de Mursi señaló ayer que la salud de su cliente se había deteriorado durante los seis años que pasó en prisión. Su familia denunció que el expresidente era mantenido en régimen de aislamiento y no se le permitían visitas. El pasado mes de febrero, Amnistía Internacional reveló que Mursi solo había recibido tres visitas desde que fue encarcelado.
Mursi estuvo al frente del país tan solo un año tras vencer en las elecciones libres y democráticas celebradas en el 2012. Era la primera vez y única hasta ahora que un civil se hacía cargo del país desde que el Ejército derrocó a la monarquía en 1952.
El golpe de Estado contra Mursi, liderado por el actual jefe del Estado, el mariscal de campo Abdelfatah al Sisi, se produjo tras un año de fuerte tensión que culminó con una gran movilización que, inducida por los militares, llenó la plaza Tahrir, el mismo centro de protesta que dos años antes había derrocado al entonces presidente Hosni Mubarak.
La caída de Mursi hizo que miembros de los Hermamos Musulmanes acamparan como protesta en dos céntricas plazas de El Cairo. El 14 de agosto, fuerzas del Ejército y policiales asaltaron a tiros las plazas y acabaron con la vida de más de 800 personas, una masacre que Human Right Watch calificó como «una de las mayores matanzas de manifestantes en un solo día en la historia reciente».
Desde entonces, el régimen egipcio ha llevado a cabo una fuerte represión contra los Hermanos Musulmanes –grupo considerado por el Gobierno como terrorista– y demás disidentes, también contra los activistas que contribuyeron a la frustrada revolución del 2011. Las organizaciones de derechos humanos cifran en más de 65.000 los presos políticos en Egipto.