A pellizcos
El pacto de Vox en Andalucía para aprobar los presupuestos no ha sido un acuerdo de partidos ni una exaltada arenga electoral. Los fascistas lo han firmado con la Junta, con el gobierno, con las fuerzas que lo conforman, también con Ciudadanos, que ya no podrá decir que solo miraba. Y es un atentado ideológico de magnitud, un cachete sonoro a la razón democrática. Empezando por el cambio de partidas que se destinaban a la inserción de inmigrantes (ahora pasan a mejorar edificios de los juzgados) y terminando con la monstruosidad de la «violencia intrafamiliar»,
porque las víctimas no son las mujeres sino, por ejemplo, «los hijos de una madre alcohólica». O el programa Un nuevo mundo, para celebrar el genocidio americano como «una empresa innovadora y colonizadora, una hazaña científica y técnica».
También se prevén ayudas para que los hijos de los andaluces en Catalunya (y en otros lugares) no pierdan «las raíces culturales y lingüísticas», como si esto fuera una plantación de campos de algodón y no una comunidad que lleva años luchando por una convivencia sin adjetivos. No perdieron las elecciones los fascistas. Las están ganando a pellizcos.