Caos en las notas de la escuela pública por un fallo informático
Los profesores relatan fallos constantes y Educació admite que hay problemas
Una maestra que tardaba 20 minutos para calificar a 30 alumnos ahora
tarda 50 en poner nota a una decena
Siguiendo el criterio del nuevo sistema de evaluación del alumnado, podría decirse que el programa informático con el que los profesores de la escuela pública califican a sus estudiantes no ha logrado asumir los contenidos. Por lo que cuentan, se trata de un suspenso mayúsculo. Los docentes llevan días peleándose con el programa Esfer@, estrenado este mismo año para los cursos de Secundaria y Bachillerato (Primaria lo usa desde el curso pasado). En la pantalla, mensajes como «no hay ningún registro con los criterios indicados» o el muy desesperante «cargando...», amén de los que sí lo han conseguido y al día siguiente se han encontrado, relatan, con que se les había borrado todo el trabajo introducido.
La cosa tiene su importancia, y no solo por el hecho de plasmar negro sobre blanco todo ese esfuerzo infantil y juvenil, sino porque de ello depende la junta de evaluación del claustro, el salto a Bachillerato u otros ciclos y los exámenes de recuperación previstos para la semana que viene. El Departament d’Educació admite el fallo, aunque lo hace con la boca pequeña: lo califica de «funcionamiento inadecuado» ante una «situación imprevista de saturación de los servidores de la aplicación».
COMENTARIO OBLIGATORIO
Los sindicatos han recibido quejas de multitud de centros públicos de Secundaria y Primaria de todo el territorio. La cosa empezó a hervir a principios de este mes, cuando los maestros iniciaron el proceso de las calificaciones, que este año, además de pasar de notas cuantitativas a cualitativas, añade un comentario obligatorio para cada uno de los estudiantes. Más trabajo en ese proceso, pero asumido sin excesiva discusión porque hay cierta coincidencia en que hay que aprender y experimentar más y memorizar menos. Hasta el año pasado, Secundaria y Bachillerato tenían el programa Saga, que, según cuentan, daba problemas de conexión pero nada que no se pudiera solventar con algo de paciencia. Con el Esfer@, que ya usaban los docentes de Primaria, lamentan que se haya ido «a mucho peor, ya que falla constantemente». Quien lo define de esta manera es Jorge Sánchez, responsable de comunicación del Sindicato de Profesores de Secundaria, que considera que el proceso «está siendo entre caótico y desastroso». Según este colectivo, la ‘conselleria’ tiene prisa por llevar a cabo reformas a corto plazo pero la educación no se puede mejorar con medidas inmediatas que no han sido acordadas ni publicadas con suficiente antelación».
Mientras atiende telefónicamente a este diario, una compañera, maestra, intenta acceder al sistema. Asegura que en 50 minutos solo ha podido calificar a ocho alumnos. En años anteriores se podía ventilar 30 alumnos en poco más de 20 minutos. También a ella le ha aparecido el mensaje de «cargando...». Y así se queda la pantalla.
Manuel Valencia, responsable de Enseñanza Pública de la UGT, manifiesta que muchos colegios e institutos han empezado a calificar con papel y boli ante la imposibilidad de entrar en Esfer@. «No pueden hablar de imprevisto cuando todos los profesores, cerca de 70.000, tienen que calificar en los mismos días, ¿de verdad no lo tenían previsto?», señala Valencia. Según este sindicato, Educació «está abusando de la vocación de servicio del profesorado», puesto que son muchos los que se conectan de madrugada, esperando que haya pocos maestros ante el ordenador, para poder avanzar en la materia. «Y muchas veces, sin suerte, ya que al día siguiente se encuentran con que han perdido todo el trabajo».
PROMOCIONAR
Durante esta semana, los centros deberían celebrar las juntas de evaluación, en las que se analiza la progresión de todos y cada uno de los alumnos. Las calificaciones son la hoja de ruta de esos encuentros académicos. También en ellas se habla de los que tienen que recuperar asignaturas en los exámenes de la semana que viene. Por no hablar de los que están pendientes de pasar a Bachillerato desde el cuarto curso de la ESO.