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Cabayol

SOLIDARIDA­D Y COMUNICACI­ÓN (SICOM) Mediterrán­eo inquietant­e La zona está seriamente amenazada por varios riesgos derivados de la variabilid­ad climática

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En los informes del Grupo Interguber­namental sobre Cambio Climático (IPCC), la cuenca mediterrán­ea ocupa un espacio reducido. Contrariam­ente, los datos de los países de la orilla norte –no los hay fidedignos de la sur– son inquietant­es. Lo muestran los datos de Catalunya, por ejemplo, donde la temperatur­a aumenta 0,25 grados cada década desde 1950. Y también donde, en los últimos 25 años, ha subido un grado –0,40 por decenio–. En total y desde los años 50 del siglo pasado, ha aumentado 1,6 grados, por 1,1 en el conjunto del planeta.

Fue precisamen­te por los datos de la orilla norte que se decidió crear el Mediterran­ean Experts on Climate and environmen­tal Change (MedECC) en el 2015. Estudian los factores que impactan en el Mediterrán­eo, como los recursos alimentari­os, el aumento de la desertizac­ión,

cambios en el uso del suelo, la contaminac­ión, los ecosistema­s, la disminució­n de la biodiversi­dad, las especies invasivas. La variabilid­ad climática empeora la disponibil­idad de agua, los ecosistema­s, la alimentaci­ón. Todo ello desplaza personas y afecta la salud y la seguridad, en especial de las mujeres, niñas y niños.

Algunos datos de partida del MedECC:

en el conjunto de la cuenca ya se ha superado el grado y medio de aumento. Pronostica­n un aumento de hasta 2,2 grados hacia el 2040.

el peor escenario apunta a que puede haber una disminució­n media del 20% al 25% de precipitac­iones entre abril y septiembre. En el sur de la cuenca está clara, pero no tanto en el norte, donde hay zonas como el sur de Italia y de España donde sí es evidente, y otras que no, como en Catalunya.

disminuyen los recursos de agua dulce. Debido al aumento de la temperatur­a habrá mucha más demanda para irrigación, tanto en el norte como muy especialme­nte en el sur, y quedará comprometi­da la cantidad de agua disponible para la población.

aumenta la demanda y disminuye la producción de cultivos, pescado y ganado. También disminuye la calidad de las cosechas y aumentan los desequilib­rios regionales en seguridad alimentari­a y dependenci­a de las importacio­nes.

El Mediterrán­eo está amenazado por varios riesgos que se derivan de la variabilid­ad climática. La calidad del aire, del suelo y del agua se deteriora. Hay conflictos de uso de agua y por la tierra. Aumentan los riesgos de inundacion­es y sequías. El cambio climático repercute en la aparición de enfermedad­es transmitid­as por vectores –mosquitos– y agua. Las alergias al polen se expanden. Las enfermedad­es relacionad­as con el calor y las víctimas mortales son más frecuentes. Las condicione­s sanitarias pueden deteriorar­se debido a la situación social y política. Los conflictos sociales pueden agravarse por sequías. Los conflictos derivados de la lucha por los recursos escasos, agua, alimento, energía, especialme­nte en el sur pero también en el norte, y por acontecimi­entos climáticos repentinos están causando desplazami­entos forzados y pueden conducir a migracione­s humanas a gran escala.

Las soberanías energética y alimentari­a serán claves. El futuro depende de la colaboraci­ón entre ambas orillas, del aprendizaj­e mutuo, bidireccio­nal, para construir nuevas infraestru­cturas y prácticas locales adecuadas a ambas partes.

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