Un concierto mal organizado
El 7 de junio acudí al concierto más esperado del año en Barcelona, el de Ed Sheeran, para el que había comprado las entradas nueve meses antes. Me desplacé en coche desde el trabajo y tomé la que se indicaba como la ruta más rápida para llegar al Estadi Olímpic. Al intentar subir a Montjuïc, sin ningún cartel indicativo, la policía nos obligaba a dar la vuelta y nos mandaba al Sot del Migdia, pero allí nos indicaban seguir subiendo –si es que preguntabas, claro–. Una vez pude aparcar, esperé a mis amigas en el achabía
ceso que queda debajo del pirulí de Telefónica. Durante un buen rato pude ver a mucha gente que andaba perdida buscando el acceso correcto pues, en ese sentido, también los carteles brillaban por su ausencia.
Para encontrarme con mis amigas tuve que cruzar el recinto entero, darles sus entradas y volver hacia atrás para mostrar el DNI, porque justamente en esa puerta no tenían lectores de código. Lamentable. Pero eso no es todo. Una vez ya situadas en la pista quisimos aprovechar para ir al baño, pero en esa zona solo dos baños para no sé cuántos miles de personas. La cola, en forma de espiral, llegaba al centro de la pista.
¿Qué costaba poner unas catenarias a un lado del acceso al baño (imitando las colas de seguridad de los aeropuertos) y dos carteles de «Entrada» y «Salida». Bueno, ya sé lo que cuesta, cuatro duros en comparación con lo que se habrá cobrado por celebrar allí el evento.
Gisela Nicolás
Project manager. Cerdanyola del Vallès