Esclavo entre marihuana
Una víctima de una red que le forzó a vigilar y vivir en plantaciones relata su experiencia
Viajó de Vietnam a Rusia, cruzó a pie hasta Alemania y acabó en una nave de droga en Valencia
Hay una fiebre por la marihuana en España. Han aumentado los cultivos y las incautaciones policiales hasta un 60%. Grupos chinos alquilan aquí naves industriales con documentación falsa y colocan dentro a un vigilante, un esclavo que no puede salir de allí. Setenta de ellos han sido liberados por la Guardia Civil y la Policía Nacional.
Uno de esos esclavos fue X, un ciudadano vietnamita de 37 años, padre de un bebé de 1 año y una niña de 4, a quien la Guardia Civil rescató a finales de febrero de una nave repleta de marihuana a las afueras de Valencia. Su declaración ante la Guardia Civil, a la que ha tenido acceso EL PERIÓDICO, revela cómo funcionan esas redes de explotación de personas.
Primero, Rusia
Ese padre de familia tenía «necesidad económica familiar», y decidió emigrar a Rusia en busca de trabajo: «En enero del 2018 quedé con una persona en el aeropuerto, que me entregó el visado y el billete para el avión. Me dijo que trabajaría en el sector textil, cobrando unos 500 dólares», declaró ante la Guardia Civil de la localidad de Moncada. El hombre salió de su país con la esperanza de «conseguir dinero para ayudar» a su familia, pero «todo fue un engaño». «En Rusia estuve trabajando hasta
16 horas al día, cobrando 200 o 300 dólares al mes. La diferencia hasta los 500 dólares se la quedaban ellos, me dijeron que para saldar una deuda de unos 2.000 dólares que tenía con ellos por la tramitación del visado y del viaje», denunció.
De allí pudo escapar, según su denuncia, gracias a una recomendación de dos de los 15 trabajadores explotados con los que dormía en una habitación
de 16 metros cuadrados. «Me dijeron que otro vietnamita organizaba viajes a Alemania y buscaba trabajos con mejores condiciones, así que contacté con él».
Resultó ser otra trampa: «Comencé un viaje a pie, junto a otros ocho o nueve vietnamitas, con destino a Alemania. Durante una semana dormimos a la intemperie y comimos lo que podíamos coger en la ruta».
Lejos de encontrar una salida, en Alemania sufrió su primer encierro durante tres días: «Nos llevaron a un local y nos dieron a entender que nos quedaríamos allí bajo llave hasta que nuestras familias hicieran una transferencia de 7.000 euros», recuerda el hombre. Su familia hizo el pago. Poco después, los trasladaron en autobús hasta el mercado de Berlín, donde conoció a quien lo llevaría, a principios del 2019, hasta España: «Un chino me llevó en coche a Valencia. Me pidió que le entregara mi pasaporte y me contó que yo cobraría unos 500 euros».
Al llegar a un lugar apartado, «el conductor chino se bajó
del coche, abrió la nave» y le dijo: «Esta es tu casa», asegura el vietnamita. Dentro lo recibió un compatriota suyo que le explicó su nuevo trabajo: tendría que cultivar plantas de marihuana. Luego le advirtió de que del recinto porque ambos estaban encerrados «con llave».
Amontonaban la basura
Además de varias habitaciones prefabricadas con las plantaciones, había un habitáculo con «colchones tirados en el suelo sobre palés de madera a modo de camas». También «una zona para cocinar que estaba dentro de los servicios, al final de la nave». En el mismo lugar amontonaban la basura. Cuando los agentes lo rescataron de allí, el vietnamita les explicó: «Ante la imperiosa necesidad de conseguir dinero para mi familia, fui aceptando todo lo que me ofrecían». Renunció a todo buscando un empleo digno: «Todo lo que he ido sufriendo durante mi viaje hasta Valencia lo he considerado necesario para llegar a algún lugar donde pudiera trabajar libremente». No lo consiguió. Hoy, la Guardia Civil no sabe dónde está.