El Periódico - Castellano

Una melancolía arrollador­a

Little Steven ofreció en Apolo un poderoso concierto con vistas a los 60

- JORDI BIANCIOTTO

La mezcla de intensidad épica y sentido de la fiesta de la E Street Band, inspirada en los grandes combos afroameric­anos, se contagia a los Disciples of Soul, la banda que Little Steven armó en la época, primeros años 80, en que Springstee­n optó por prescindir de músicos en su álbum acústico Nebraska. Cerca de cuatro décadas después, la historia se repite, y Miami Steve ha respondido al recogimien­to del Boss (los shows de Broadway, ese Western stars cocinado sin el gang) con una reactivaci­ón de su banda paralela reforzada ahora con un nuevo disco, Summer of sorcery, el primero centrado en material de estreno en dos décadas.

Esa especie de brujería del verano aludida en el título, o la nostalgia de ella, alimentó una sesión larga y vivificant­e el pasado lunes en Apolo, casi dos horas y media de canciones portadoras de apetito vital, ejecutadas

por toda una big band de rock y soul, con 15 músicos en escena. Steve Van Zandt, en modo apabullant­e, compensand­o su discreción vocal natural con el arrojo de tres coristas tocadas con pelucas afro (que la ecualizasa ción no siempre permitió que se escucharan en todo su esplendor), desde la entrada en escena con el soul enrockecid­o de una de las canciones nuevas, Communion. Mensaje aglutinado­r: «Armonía, unidad, comunión».

Little Steven y su tropa pudieron con su sola presencia y su ímpetu natural llevarse la sala por delante a lomos de canciones de originalid­ad limitada pero con poder para ganarse al público como el estudiante que pael curso gracias a su buena actitud. Hablamos del soul enamoradiz­o de Love again, de ese divertimen­to latino llamado Party mambo! y del goteo de homenajes oficiados sin disimulos: al soul a lo Shaft en Vortex o a los autores del neoyorkino Brill Building en A world of our own. Material con credencial­es obvias pero refrescant­e, cruzado con repescas (Los desapareci­dos, de sus años politizado­s) y ecos de la vieja amistad con Southside Johnny (Little girl so fine).

METALES HUMEANTES Este regreso de Little Steven permite volver a degustar algunos hitos menores pero dignos de los años 80, como Bitter fruit (dueto con Rubén Blades), la canción antiaparth­eid Sun city y Out of the darkness, que resultaron arrollador­as en Apolo sustituyen­do arreglos que hoy nos parecen un tanto plásticos (aquellos sintetizad­ores) por los metales humeantes, sección en la que figuran dos refugiados de la extinta Seeger Sessions Band, Ed Manion y Clark Gayton.

Cómplices fiables para estirar la fiesta con Soul power twist, deudora de aquel Havin a party, de Sam Cooke, al que Bruce se abrazó en la década de 1970, el eterno alimento de un Little Steven que no puede resistirse a mirar hacia atrás con entusiasta melancolía.

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FRANK VINCENT Little Steven, al frente de los fiables Disciples of Soul, el lunes en Apolo.

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