Hiperventilados
Las protestas contra la investidura de Ada Colau han servido de escaparate para la peor cara del independentismo. La protesta en Sant Jaume contra los ‘comuns’ por su pacto con el PSC y la investidura con los votos de
Manuel Valls degeneró en una serie de escenas patéticas. Los insultos machistas y clasistas contra la comitiva municipal durante el camino desde el ayuntamiento
hasta la Generalitat fueron lamentables. En definitiva, un espectáculo esperpéntico que los partidos independentistas de izquierdas deberían ser los primeros en denunciar.
Los hiperventilados que se desahogaron en la calle el pasado sábado no son ni mucho menos mayoritarios dentro del independentismo, que ha probado a lo largo de los años su carácter cívico y constructivo. Pero
aun así, existe un núcleo exaltado y reaccionario que tiene una presencia e influencia significativa en las redes sociales, y en ocasiones, también en las calles. Ignorarlos o menospreciarlos –como ha hecho y sigue haciendo el independentismo mayoritario, con el argumento de que no representan a nadie y lo que no hay que hacer es amplificar su impacto– no los hará desaparecer.
si lo hace el exalcalde de Évry. Es cierto que los grupos de Valls, el de Colau y el de Jaume Collboni siguen sumando 20 ediles, a uno de la mayoría absoluta, y que para tumbar esa cifra, el resto de la oposición tendría que ir de la mano, lo que supone plantear una posición común entre ERC, JxCat, Cs y el PPC.
Dicho de otro modo, si ERC necesita bloquear iniciativas del gobierno municipal deberá ponerse de acuerdo con Cs y el PPC, algo que se antoja prácticamente imposible. Si el resto no vota en el mismo sentido, siempre ganarán los 18 concejales de BComú y el PSC. En definitiva, oxígeno para Colau, que podrá afirmar que no hay manera de que acabe dependiendo de alguien que solo tiene dos ediles.