Más relato q ue una biblioteca
La rueda de prensa del Sónar fue un ‘show’ de casi dos horas a la cerebral manera de sus directores
El Sónar tiene más relato que la Biblioteca de Alejandría. Disculpen el uso de una expresión desterrada al cuarto de las palabras apestadas por el uso y abuso por parte de listos de todo tipo pero es para entendernos. Tanto relato tiene el Sónar que es inmune al fastidioso cambio de fechas con el que le castigó Fira Barcelona porque consideró más importante una cita de maquinaria textil: este año se celebrará los días 18, 19 y 20 de julio, en plena temporada vacacional, en vez del fin de semana anterior a Sant Joan, como siempre ha sido y volverá a ser a partir de la próxima edición. La venta de entradas va más o menos igual que en las últimas ediciones, indicó el codirector Ricard Robles. Es una marca tan sólida que está incluso por encima de la necesidad de tener superganchos pop para el público de cierta edad: hogaño no hay ninguno y no pasa nada.
Con Robles como sobrio y fiable anchor man, la rueda de prensa de ayer fue un espectáculo a la cerebral manera del Sónar. Tras presentar a grandes rasgos la nueva edición de la muestra musical, Robles dio la palabra a Miquel Curanta, director del Institut Català de les Empreses Culturals, y Lluís Gómez, comisionado de Promoción Económica del Ayuntamiento de Barcelona. Ambos se deshicieron en elogios hacia el festival (y, después, escurrieron el bulto cuando se les preguntó por qué Fira Barcelona privilegió la feria ITMA ante el Sónar: como si Ada Colau, la alcaldesa de Barcelona, y Maria Àngels Chacón, consellera de Empresa i Coneixement, no fueran la presidenta y la vicepresidenta primera de la institución).
A continuación fue el turno
de Enric Palau, también codirector del Sónar, y empezó el verdadero show. Palau destripó el oceánico programa con la precisión de un cirujano de élite. Informó de que «en Kampala, Uganda, pasan cosas», como prueba la presencia en el Sónar de Hibotep. Calificó al japonés Dj Krush como «mítico por sus sesiones de hip hop ralentizado». Celebró que la música electrónica se esté introduciendo con éxito en la gran producción audiovisual, como demuestra la banda sonora de Hildur Gudnadóttir para la miniserie Chernobyl. Sacó el justo pecho cuando explicó que los artistas les presentan propuestas exclusivas porque saben de su potencia proyectora: «Al menos en parte, el boom de Rosalía empezó en el Sónar del 2018». Y, en fin, hizo totalmente creíbles ideas como «exploración», «márgenes» y «música del futuro», que en muchos otros casos sonarían a tópicos de cantamañana. Tomó el relevo con otra masterclass José Luis de Vicente, responsable del Sónar+D, que pareció haber ido al futuro y vuelto para contárnoslo. Relato para dar y vender.