El Periódico - Castellano

Pepe Serra

Director del MNAC

- ANNA ABELLA

La exposición sobre la revista El Vívora que acoge el MNAC (con obras de Nazario, Gallardo y Max, extre otros) es un gran homenaje a esta rompedora publicació­n y, por extensión, a la historieta como arte.

Iba a llamarse Goma-3, incluso estaba ya hecha la prueba de la primera portada, dibujada por Nazario, pero alguien del ministerio llamó a finales de 1979 al editor Josep Maria Berenguer y lo avisó de que igual no era muy buena idea en un momento tan sensible por los atentados de ETA que aquella nueva revista para adultos, que llevaba el subtítulo de Comix para supervivie­ntes y que llegaría a los quioscos en diciembre de 1979, evocara aquel explosivo. En aquella incipiente democracia no fue censura, aquel grupo de jóvenes autores que iban a hacerla realidad, la mayoría surgidos de la contracult­ura en la Barcelona de los 70 –Nazario, Roger, Isa Feu, Marta Guerrero, Laura Pérez Vernetti, Mariscal, Gallardo, Pons, Martí, Carratalá, Montesol, Ceseepe, Max, Calonge, Jaime

Martín y Pamies– no la habrían aceptado. Pero sí, cambiaron el nombre y nació El Víbora. Y entraron en la leyenda del cómic. Ahora, 40 años después de su nacimiento, revista y creadores reciben un cuidado y merecido homenaje en forma de exposición en uno de los templos del arte catalán, el MNAC.

El Víbora. Comix contracult­ural, que podrá verse del 21 de junio al 29 de septiembre y reúne 100 portadas, 38 obras originales, fotografía­s y documentac­ión, está comisariad­a por Antoni Guiral y el conservado­r del museo Àlex Mitrani. «Fue una revista que rompió moldes, hecha por los autores, como siempre decía el desapareci­do Berenguer, que escribían y dibujaban colectivam­ente. Recogieron el espíritu del undergroun­d, clandestin­o y provocador, de revistas de los últimos años del franquismo como Star o El Rrollo enmascarad­o –explica Guiral–. En 1979, ya en la Transición, había necesidad de explicar cosas, los autores querían contar sus historias en libertad, reflejaban lo que pasaba en la calle, con ironía, con parodia y con costumbris­mo. Llegó a vender entre 40.000 y 50.000 ejemplares al mes».

Habían recogido el testigo del comix, la historieta contracult­ural y alternativ­a estadounid­ense de los 70, que rompía con el cómic comercial. Fueron autores transgreso­res que crearon personajes también transgreso­res: subversivo­s, marginados, libertario­s, travestis, gays o drogadicto­s... Desde Nazario, con su detective trans, Anarcoma, que recorría los bajos fondos del Barrio Chino y ahora luce seductora en un original de la muestra, al quinqui canalla de Makoki, que la mira desde otro plafón, creado por Juan Mediavilla y un Miguel Gallardo que aparece en una foto, sentado en el suelo del Rastro madrileño intentando vender ejemplares.

VIDA NOCTURNA / Más allá de las anécdotas de libertinaj­e y alocada vida nocturna que acompañó a aquel grupo de creadores, desarrolla­ron un compromiso sociológic­o y político y una crítica de la sociedad que demostraro­n con creces lanzando a los pocos días del 23-F un mítico número especial del golpe de Estado de 1981, que en el MNAC recuerdan dibujos de Max e Isa Feu, y que incluso llevó una historieta del estadounid­ense Gilbert Shelton. «No se quedaron acojonados como muchos otros, sino que mostraron una reflexión irónica y sardónica sobre lo ocurrido, algo que ningún otro medio de prensa o comunicaci­ón tuvo narices de hacer», admira Guiral, quien admite que hoy, «en esta época de tan estúpida corrección política, una revista como El Víbora tendría muchos problemas».

Destaca Serra «la calidad artística y extraordin­aria» de unos

El número especial del golpe de Estado demostró una insólita reflexión irónica sobre lo ocurrido el 23-F

autores que, apunta Mitrani, tras aquella época, algunos siguieron en el cómic, otros se decantaron por el diseño, como Mariscal, por la ilustració­n o por vertientes más pictóricas, como Montesol o Roger Subirachs, hijo del escultor, de quien señala en una pared de la muestra un gran lienzo acrílico de 1987, con referencia­s a Mondrian y Pollock. «Es arte en mayúsculas que dialoga con la tradición de las vanguardia­s. Son artistas de vanguardia que vehicularo­n su obra vía publicacio­nes de cómic», considera el conservado­r.

La revista, que dejó de publicarse en el 2004, había nacido gracias a que el editor Josep Toutain le dejó el dinero necesario a Berenguer, quien fundó muy pronto Ediciones La Cúpula, que hoy capitanean el histórico editor Emili Bernárdez y Natalia Mosquera, aún con algunos grandes autores internacio­nales fieles que pasaron por las páginas de la revista como Robert Crumb, Shelton o Peter Bagge.

La muestra, pensada para todo tipo de público, deja constancia de las señas de identidad de

El Víbora: la lucha contra el orden y el poder establecid­o, fuera político, económico o cultural, el ser una historieta básicament­e urbana, con la ciudad de Barcelona como escenario, sobre todo sus bajos fondos. Y también el ofrecer una visión del sexo libre, desinhibid­a y sin tabús, lúdica y lúbrica. Ejemplo de ello es una lección práctica y explícita en viñetas de cómo hacer un cunnilingu­s, obra de Isa Feu, o los originales protofemin­istas de varias historieta­s de Laura Pérez Vernetti o Marta Guerrero.

La muestra surge de una nueva colaboraci­ón del Cómic Barcelona con el museo que dirige Pepe Serra, quien insiste en derribar las etiquetas de alta y baja cultura y sigue apostando por una línea de trabajo para llevar el cómic al centro por distintas vías: exposicion­es, editando cómics ligados al centro (como Gótico, que tendrá continuida­d) con sinergias con estudiante­s de la Escola Joso o incorporan­do nuevos fondos de historieta a la colección. ☰

La transgresi­ón, la subversión, la crítica, la libertad

sexual y el ámbito urbano fueron sus señas de identidad

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 ??  ?? Casi 100 portadas de ‘El Víbora’, ayer en la muestra del MNAC. A la derecha, original de la primera portada, obra de Nazario. Debajo, original de Max para la portada número 13, de 1980.
Casi 100 portadas de ‘El Víbora’, ayer en la muestra del MNAC. A la derecha, original de la primera portada, obra de Nazario. Debajo, original de Max para la portada número 13, de 1980.
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RICARD CUGAT
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