Mohamed Bin Salmán
Príncipe heredero de Arabia Saudí
Las Naciones Unidas acusan al principe saudí –como ya hicieron antes la CIA y Turquía– de haber ordenado el asesinato de Jamal Khashoggi y exigen sanciones contra el heredero por esta «ejecución extraoficial deliberada y premeditada».
Mohammed Bin Salmán, el príncipe heredero de la corona de Arabia Saudí, ordenó en persona el asesinato del periodista Jamal Khashoggi. Esta es la conclusión final a la que ha llegado la investigadora especial de Naciones Unidas Agnes Callamard, que durante seis meses ha estado indagando el caso, con varios viajes a Estambul, donde ocurrió el asesinato.
«El señor Khashoggi fue víctima de una ejecución extraoficial deliberada y premeditada, de la cual es responsable, bajo la ley internacional de Derechos Humanos, el Estado de Arabia Saudí», reza el informe de un centenar de páginas. La ONU se suma así a las sospechas que ya habían expresado antes la agencia estadounidense de inteligencia exterior (CIA) y el Gobierno y la policía turca.
Todo ocurrió, se sospecha, extremadamente rápido: Jamal Khashoggi, periodista crítico con los líderes de su país y colaborador habitual del The Washington Post entró el 2 de octubre del año pasado en el consulado
saudí de Estambul para tramitar unos papeles que debían certificar que su estado civil era el de soltero. Quería casarse con su novia turca, con la que se había prometido unos meses antes.
La mañana de ese día entró en el consulado. Tenía previsto estar tan solo unos minutos. Su pareja, Hatice Cengiz, le esperaba en la calle. Dentro del edificio diplomático le esperaban 15 saudís venidos expresamente de su país para interceptar al periodista. Después de todo un día esperando a su prometido, Cengiz avisó a la policía.
MALAS RELACIONES / Lo que ocurrió ese día dentro del consulado no está del todo claro, aunque hay varias teorías, todas difundidas por las autoridades turcas, que usaron el caso para atacar, con con mucha habilidad, a Arabia Saudí, país con el que Turquía tiene malas relaciones. Lo que es seguro es que el periodista murió asesinado en el consulado ese 2 de octubre.
La hipótesis más extendida es que Khashoggi murió como consecuencia de las torturas que sufrió. La mano derecha de Mohammed Bin Salmán, Saud al Qahtani, supervisó el brutal interrogatorio a través de Skype. Una vez muerto, el médico forense miembro del comando ejecutor descuartizó tranquilamente el cadáver mientras escuchaba música pop. Otro miembro del grupo le ayudó.
Después, el cadáver fue incinerado en un horno de kebabs en el sótano del consulado. Otra versión indica que el cuerpo de Khashoggi fue disuelto en ácido en un pozo situado en el jardín de la residencia del cónsul, transportado ahí después de ser troceado por el forense.
La corona saudí, en un primer momento, negó las acusacione, pero poco después, ante la evidencia de que el periodista nunca salió del edificio consular, reconoció la muerte pero afirmó que nadie desde Riad había dado la orden de ejecutar al reportero y que el comando lle
gado desde el reino actuó por su propia cuenta y riesgo. Poca gente se ha creído esa versión.
BIENES PERSONALES / La investigadora de la ONU tampoco se la cree: «Nuestra investigación ha hallado pruebas creíbles de la responsabilidad individual de varios altos cargos saudís, entre los cuales está el príncipe heredero», dijo ayer Agnes Callamard. En el informe, la investigadora pide que la comunidad internacional imponga sanciones contra Bin Salmán y sus bienes personales.
«De hecho, hay tantas pruebas sobre la responsabilidad del príncipe heredero que es necesario insistir con la investigación», añadió Callamard, que pidió al secretario general de la ONU, Antonio Guterres, establecer una investigación internacional de mayor amplitud.