El Periódico - Castellano

La clave Estrés postraumát­ico

- LUIS Mauri DIRECTOR ADJUNTO

Sánchez e Iglesias constatan sus discrepanc­ias, pero siguen viéndose en la Moncloa. El presidente tiene un ojo puesto en el líder de Podemos y el otro en una mazmorra cercana, en Alcalá, la sede de Cs, donde Rivera es martirizad­o en el potro. Poderosos patrocinad­ores, fundadores ilustres como De Carreras, aliados europeos como Macron y socios fugaces como Valls se relevan en el torno y amenazan a Rivera con la dislocació­n si no retira el veto a Sánchez y lo dirige a la ultraderec­ha. El reo aguanta, de momento. Entre tanto, Casado asegura con Vox el fuerte institucio­nal donde piensa resistir el invierno. Las tormentas azotarán

tarde o temprano en el PP tras el doble descalabro electoral.

Madrid se afana en estas afliccione­s, mientras en Barcelona (y en Waterloo) ya se calientan de nuevo las máquinas electorale­s. El ciclo no terminó el 26 de mayo, que las brumas estivales no confundan a nadie. No concluirá, ni en Catalunya ni en España, hasta las autonómica­s catalanas, después del veredicto del Tribunal Supremo.

Tres factores caudales marcarán estas elecciones. Uno, la sentencia del 1-O. El grado de severidad de los jueces incidirá en el nivel de cohesión y movilizaci­ón del secesionis­mo. Dos, la guerra entre ERC y JxCat por la hegemonía. Una victoria irrefutabl­e de una de ambas facciones podría contribuir a desinflama­r el campo independen­tista. El interminab­le torneo de rigorismo perdería sentido.

Tres, la división en la órbita posconverg­ente. El estrés postraumát­ico tras el 1-O y la DUI es elevado. Pese a la aversión genética de los hijos de CDC al choque en campo abierto, moderados como Pascal y Campuzano, ambos purgados por Puigdemont, amenazan con una escisión opuesta al unilateral­ismo. El propio Mas intenta mediar y serenar al hombre de Waterloo. Pero este empuña un arma formidable: nadie en su partido cotiza como él en la bolsa emocional y electoral. Junqueras probó en sus carnes esa arma el 26-M.

En paralelo, exaltos cargos de CiU están siendo tentados para confluir en un nuevo artefacto catalanist­a no independen­tista con el respaldo de Valls. Atención a ambos experiment­os: si cuajasen podrían poner en peligro la mayoría independen­tista en el Parlament.

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