El Periódico - Castellano

Valls, de estrella a asteroide

- XAVIER Bru de Sala

Una vez han picado, y de qué manera, las avispas vuelven a sorber néctar como si tal cosa. En cambio, las abejas se lo deben pensar mucho antes de clavar el aguijón, ya que después mueren. Como una abeja obrera cualquiera, Manuel Valls ha regalado la miel de la alcaldía a la reina Colau y ha destruido el futuro político de Ernest Maragall. Con esta acción, Valls se ha convertido en la víctima propiciato­ria de una maniobra de Albert Rivera que es todo un clásico. De manera tan decidida como ingenua, el edil ha ejecutado el trabajo sucio y a continuaci­ón ha sido condenado por su acción reconverti­da en defección. El portazo del tránsfuga Celestino Corbacho aniquila las posibilida­des de quien lo fichó de contar para formar mayorías, es decir, para algo en el Ayuntamien­to de Barcelona. Valls ha picado muy fuerte, ha regalado la miel y se ha quedado sin aguijón, con el capital político con números rojos.

Todo el mundo interpreta el retorno del lazo amarillo en el balcón del Ayuntamien­to como un gesto conciliado­r de Colau hacia ERC. También es una bofetada a Valls en pago por el favor. Ahora Valls es utilizado por los enemigos internos y externos de Rivera. Pero el líder de Ciudadanos y su cohorte de catalanes que se han pasado a la política española disponen de un partido

extendido y consolidad­o.

A Valls, que admitió haber fracasado en doble intento de frenar el independen­tismo y el populismo, le cuesta admitir su condición de estrella fugaz.

SI EN POLÍTICA abundaran los terrenos vírgenes por conquistar, tal vez Valls tendría futuro. Pero cuando un exgran político cae víctima de una trampa tan evidente, sufre un escarnio como el del lazo amarillo y no consigue mover ni un milímetro la posición del partido que pretendía centrar, la conclusión obvia es que ha dejado de ser un gran político. El exprimer ministro ha pasado de estrella rutilante de la política europea a pequeño asteroide local. De momento.

Si Valls dispusiera de perspectiv­as a la medida de su ambición, en vez de convocar una rueda de prensa en Barcelona dictaría una conferenci­a en Madrid rodeado de personal de peso y significac­ión dispuesto a abrirle camino para ser la alternativ­a centrista contra Albert Rivera. Como en Madrid no le admiten, especula bajo cuerda con las posibilida­des no de liderar sino de apadrinar –o más simular que apadrina– el nuevo espacio político del catalanism­o liberal y sumiso. Un territorio exiguo, como demostró la derrota de Unió, donde no pocos bregan para seguir los pasos, si son admitidos, de Ramon Espadaler, diputado por el PSC. Incluso en el caso de que los múltiples, diversos y dispersos y por si fuera poco crecientes núcleos que se esfuerzan por adueñarse de esta supuesta bolsa de votantes, hoy por hoy imaginaria, lograran superar las dos barreras que tienen delante, ponerse de acuerdo y presentar una oferta distinta de la socialista, nadie se imagina que a continuaci­ón ofrecieran el mando o un puesto de honor a Manuel Valls.

Según los promotores de Valls, que Ada Colau repita como alcaldesa certifica un gran fracaso a la hora de intervenir en política. Tantos esfuerzos y energías destinados a recobrar un lugar en el ágora para tener que consolarse con la reconversi­ón del mal absoluto en mal menor. No valía la pena. No vale la pena volver a intentarlo. El peligro inminente ha pasado. La inquietud merma. El independen­tismo está dividido, no amenaza y ya no crece al ritmo de antes. En estas circunstan­cias, mejor dejar tranquilos a los socialista­s, reconocer y agradecer que hayan abandonado la ambigüedad, y esperar que sean ellos los que marquen a la alcaldesa y la amarren al centro como Pedro Sánchez a Pablo Iglesias. Ahora, el principal peligro es que los ‘comuns’ se entiendan con ERC y solo Collboni puede tratar de impedirlo. Encima, los socialista­s gobiernan en Madrid y quien aspire a algún favor no tendrá otro remedio que pasar por la oficina de Iceta. Los demás lobis están cerrados desde hace tiempo. En la política catalana solo hay dos fuerzas en ascenso, ERC y PSC. Las apuestas son a blanco o rojo. No es momento de despistars­e.

Volvamos a la estrella convertida en asteroide. La fábula habla de la rana que reventó porque quería ser como el buey, pero no especifica, quizás por piedad, si la rana era antes un buey, por ejemplo francés, que se había empequeñec­ido hasta el tamaño de una rana, por ejemplo en Barcelona. No hay palingenes­ia (nombre culto y elegante para designar resurrecci­ón o retorno) pero sí algo peor que transitar de estrella a asteroide, y es pasar de pequeño asteroide a diminuto asterisco, de protagonis­ta de la historia a nota a pie de página. Escritor.

El edil, víctima de una maniobra de Rivera, regaló la miel a Colau y se quedó sin aguijón

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LEONARD BEARD
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