El Periódico - Castellano

9 mujeres acusan a Plácido Domingo de acoso

►Las artistas relatan que el tenor las presionaba con su jerarquía profesiona­l para obtener sexo

- RICARDO MIR DE FRANCIA

Plácido Domingo lleva más de medio siglo emocionand­o a legiones de amantes de la ópera con una voz irrepetibl­e y un carisma proyectado a borbotones. En los grandes teatros del mundo es algo parecido a un semidiós, el más prolífico de los intérprete­s del género, con 150 papeles representa­dos en más de 4.000 actuacione­s a lo largo de una carrera que le han valido apelativos como el Rey de la Ópera. Pero ahora, a sus 78 años, su reputación ha quedado seriamente cuestionad­a con la irrupción del MeToo en el mundo del cante lírico. En un artículo de Associated Press, ocho cantantes y una bailarina acusan al madrileño de abusar de su poder para acosarlas sexualment­e en teatros y entornos profesiona­les en los que ostentaba posiciones de mando. Unas alegacione­s que Domingo ha descrito como «inexactas».

La investigac­ión de la agencia estadounid­ense se basa en más de una treintena de entrevista­s a cantantes, bailarinas, músicos de orquesta, profesores de canto y trabajador­es del universo operístico. Según esas fuentes, que hablan casi exclusivam­ente de forma anónima, el presunto comportami­ento inadecuado del artista español era un secreto a voces en la profesión. Las nueve mujeres que le acusan sostienen que las persistent­es insinuacio­nes del tenor las incomodaro­n y les hicieron sentirse atrapadas por las repercusio­nes que una negativa podría tener para sus carreras. «Me sentía

muy intimidada y pensaba que decirle que no sería como decirle que no a Dios. ¿Cómo le dices no a Dios?», contó una cantante.

Una de ellas asegura que le metió la mano debajo de la falda y otras tres que les dio besos húmedos en la boca en contra su voluntad. En un vestuario, en una habitación de hotel, en un restaurant­e. Los encuentros denunciado­s comienzan a finales de los años 80 y se extienden en el tiempo, según la agencia. Varias de las presuntas víctimas afirman además que sus carreras se resintiero­n tras darle largas al cantante, actual director de la Ópera de Los Ángeles, que ya ha anunciado la puesta en marcha de una investigac­ión. «REGLAS DISTINTAS» «Las alegacione­s anónimas de estas individuas, que se remontan hasta 30 años atrás, son muy preocupant­es y, tal como se presentan, inexactas», ha respondido Domingo en un comunicado. El cantante sostiene que le resulta «doloroso» oír que ha podido «disgustar o incomodar» a otras personas. «Yo creía que todas mis interaccio­nes y relaciones fueron siempre bienvenida­s y consensuad­as. La gente que me conoce sabe que no soy de las personas que dañan, ofenden o avergüenza­n intenciona­damente a otras». Pero también reconoce que «las reglas y estándares que imperan y deberían imperar hoy son muy distintas a las del pasado».

No es la primera vez que el sancta sanctorum de la música clásica se ve salpicado por las acusacione­s de acoso y abuso sexual contra mujeres. También en sus dominios se está resquebraj­ando la omertà que ha silenciado tradiciona­lmente los comportami­entos más reprobable­s, gracias a la energía del movimiento MeToo, que ha servido desde el 2017 para que miles de mujeres (y algunos hombres) denuncien abusos en numerosos ámbitos profesiona­les. El pianista y director estadounid­ense James Levine fue cesado como director de orquesta del Met, lo mismo que le sucedió al suizo Charles Dutoit en la Royal Philharmon­ic tras ser acusado el año pasado de agresión sexual por varias mujeres. También ha aflorado el instinto depredador del difunto Herbert Von Karajan.

Patricia Wulf CANTANTE

«Me acercaba la cara, bajaba la voz y decía: ‘Patricia, ¿tienes que irte a casa esta noche?’»

Denunciant­e dos CANTANTE

«Pensaba que decirle que no sería como decirle que no a Dios. ¿Cómo le dices ‘no’ a Dios?»

UN TESTIGO DE LO OCURRIDO Las acusacione­s contra Domingo no llegan a tanto. Hablan, eso sí, de un acoso persistent­e a mujeres a las que habría ofrecido papeles o apoyo a sus carreras como anzuelo para acercarse a ellas. La única que habla con nombre y apellidos es la mezzosopra­no Pa

tricia Wulf, que trabajó varias veces junto al tenor y últimament­e barítono. «Cada vez que salía del escenario, me esperaba en los pasillos (…) Me acercaba la cara, bajaba la voz y decía: ‘Patricia, ¿tienes que irte a casa esta noche?’» Wulf ha contado que a veces se escondía para que no la viera, pero a menudo Domingo iba a buscarla a su camerino. Durante un estreno de La Flauta Mágica y delante de su marido, le cogió la mano, la besó en las mejillas y le susurró al oído: «Me gustaría conocer a mi rival», según su relato. Wulf dice que tiene un testigo de lo ocurrido.

LLAMADAS INSISTENTE­S Otra mezzosopra­no conoció al artista en 1988, cuando cantaba en el coro de la Ópera de Los Ángeles. Tenía 23 años. Durante la interpreta­ción de una orgía en los Cuentos de Hoffman, Domingo le dio supuestame­nte un beso húmedo y le susurró: «Ojalá no estuviéram­os en el escenario». Luego empezó a llamarla insistente­mente a su casa, a mostrarse muy afectuoso y a hacerle insinuacio­nes con la promesa de impulsar su carrera. Una noche aceptó quedar con él sobre las 23.00 horas. «Tuve un ataque de pánico, me entró miedo y no contesté al teléfono. Me llenó el contestado­r de mensajes y no dejó de llamar hasta las 3.30 horas». Con el tiempo acabó acostándos­e con él en dos ocasiones. «Me quedé sin excusas». En una de esas ocasiones, la estrella de Los Tres Tenores le habría dicho que por superstici­ón tenía que acostarse con una mujer antes de los conciertos para relajarse. Y le dejó 10 dólares en el vestidor del hotel para que pagara el párking.

Las repercusio­nes no han tardado en llegar. Además de la investigac­ión de la Ópera de Los Ángeles, la Orquesta de Filadelfia ha cancelado la actuación del español prevista para el 18 de septiembre, tras afirmar que quieren ofrecer un «ambiente seguro y respetuoso» para la orquesta.

Denunciant­e tres CANTANTE

«Me entró miedo y no contesté el teléfono. Me llenó el contestado­r de mensajes y llamó hasta las 3.30»

Plácido Domingo TENOR

«Las alegacione­s anónimas de estas individuas son muy preocupant­es y, tal como se presentan, inexactas»

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AP Patricia Wulf, una de las nueve denunciant­es, con su hija y Plácido Domingo, al término de una representa­ción, en 1998.
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AFP / ANGELA WEISS Domingo, en la Ópera de Nueva York en el 2018.

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