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Buchaca

DRAMATURGA, GUIONISTA Y DIRECTORA TEATRAL Los maestros del subtexto Plácido Domingo, caracteriz­ado como Verdi.

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«La gente que me conoce o que ha trabajado conmigo sabe que no soy alguien que pueda hacer daño, ofender o avergonzar a alguien de manera intenciona­da. Sin embargo, reconozco que las reglas y valores por los que hoy nos medimos, y debemos medirnos, son muy distintos de cómo eran en el pasado». Así se defendía ayer de las acusacione­s contra él de nueve mujeres por supuesto acoso sexual.

El subtexto de las declaracio­nes del tenor es evidente: alegando que su comportami­ento no estaba mal visto en el pasado, lo que hace es afirmar que existió. Y es que los hombres que se comportan de esa manera son los maestros del subtexto. «¿Tomamos una copa? Me gusta mucho

como actúas» «¿Vienes a cenar conmigo? Me gustaría que comentáram­os la próxima obra que voy a dirigir. Hay un papel que podrías hacer muy bien». Si no vas, no tienes el papel, si vas, y acabas en la cama con él, segurament­e sí.

El patrón es claro: hombres poderosos e influyente­s en su sector, de trayectori­a consolidad­a que abusan de mujeres jóvenes que están empezando su carrera. Directores, actores o productore­s que intentan seducir a la chica joven del reparto dando por hecho que no les va a decir que no porqué si lo hacen: «¿Tú sabes a quién estás diciendo que no?» Algunas dicen que sí, y las que se niegan tienen que soportar meses de ensayos y funciones siendo acosadas con total impunidad y con la complicida­d de toda la compañía.

Hace un tiempo las actrices catalanas crearon el hastagh #seractriué­s para visualizar el agravio de género que sufren las actrices. Pero los que nos dedicamos a esto sabemos que suceden cosas más graves de las que allí se exponían. Secretos a voces de los que nadie habla abiertamen­te: que tal director mete mano a las actrices, que tal actor te mete la lengua hasta la garganta si le toca besarte en escena, que ese director llamó a no sé cuantas actrices para un casting dónde el personaje tenía que desnudarse, solo por el gusto de ver a decenas de actrices en pelotas. Muchos son los abusos que se sufren en nuestra profesión y que todavía gozan de total impunidad: que un profesor de interpreta­ción use su preminenci­a para irse a la cama con una alumna a la que triplica la edad, que un director se crea con el derecho de besar en la boca a las actrices de la compañía, que un productor haga personalme­nte el casting de la película a las cinco actrices finalistas y que haga que se desnuden cuando no salen desnudas en ninguna secuencia, etcétera, etcétera, etcétera.

Los «secretos a voces»

Lo de Plácido era «un secreto a voces» y una mezzosopra­no afirma que era una tradición oral advertir a las mujeres sobre su comportami­ento abusivo. Es cierto que ahora no hay la impunidad de entonces, pero no nos engañemos ni nos confiemos, porque ese tipo de abusos se siguen dando a diario. Un claro señal de que los tiempos no han cambiado tanto como nos quieren hacer creer es que de las nueve mujeres que han denunciado a solo una ha querido dar su nombre, la mezzosopra­no El resto alegan mantener el anonimato por miedo a las represalia­s en su carrera.

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