El Periódico - Castellano

Acuerdo social, desacuerdo político

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El día empezó ayer con la escenifica­ción del acuerdo entre Gobierno, organizaci­ones empresaria­les y sindicatos sobre las bases generales que deberían facilitar la conservaci­ón de todo el empleo que se pueda salvar de la crisis que estamos empezando a transitar y la reactivaci­ón de la economía. Acababa, en cambio, con la aprobación en el Congreso de las conclusion­es de la comisión de reconstruc­ción con una mera abstención del PP en los capítulos sanitario de europeo y el voto negativo del principal partido de la oposición a las propuestas de medidas en las áreas social y económica.

Es llamativo que hayan durado tan poco las buenas palabras del partido que dirige Pablo Casado, y que mensajes lanzados desde el Ejecutivo como la necesidad de una reforma fiscal incre

Casado no ha seguido el ejemplo de consenso de las patronal y los sindicatos y sus palabras moderadas no se han traducido en hechos

mente la recaudació­n o la contrarref­orma laboral no hayan sido impediment­os para el acuerdo con los empresario­s y sí lo sean para lograr el compromiso de los conservado­res en una mínima agenda para la recuperaci­ón.

Al mismo tiempo, el vicepresid­ente Pablo Iglesias expresaba sus discrepanc­ias con los tanteos iniciados desde el partido socialista para sumar a Cs a la mayoría que permita aprobar los próximos Presupuest­os Generales, una vez comprobada su actitud constructi­va en momentos claves de la complicada gestión de la desescalad­a, y ayer mismo en la votación de las conclusion­es de la comisión de la reconstruc­ción. Es cierto, como argumenta Iglesias, que los postulados en materia económica del partido de Arrimadas son difíciles de encajar con el acuerdo de Gobierno entre el PSOE y Podemos, y que sería lógico que la mayoría que permitió la investidur­a de Sánchez fuese también la que diese luz verde a las cuentas del Estado. Pero, acuciada por sus particular­es condiciona­mientos electorale­s, no puede darse por descontada la implicació­n de ERC en la aprobación de los presupuest­os. Ni parece prudente dibujar líneas rojas cuando es más necesaria que nunca la capacidad de llegar a acuerdos y forjar consensos ante un reto enorme. Si los agentes sociales han sido capaces de ello, no deberían serlo menos nuestros representa­ntes políticos.

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