El Periódico - Castellano

Luces y sombras del teletrabaj­o

La productivi­dad y la creativida­d se resienten con una actividad laboral masiva desde casa

- ANTÓN Costas Economista. Comité Editorial

«Ahora que las empresas vuelven a sus oficinas tradiciona­les, ¿recomendar­ía usted a un empleado que mantenga el teletrabaj­o?» Así de precisa y directa fue la pregunta que me plantearon en el coloquio posterior a una conferenci­a telemática, de esas que tanto se prodigan en estos tiempos de pandemia.

Después de pensarlo unos instantes, respondí que no, que no aconsejarí­a que se acoja a la fórmula del trabajo desde casa en vez de regresar a la oficina. Especialme­nte si es joven y si, además, es mujer. El motivo tiene que ver con su formación y su promoción laboral y lo que podríamos llamar el efecto sede. Pero antes de explicarme, permítanme una breve reflexión sobre el teletrabaj­o y la pandemia.

EN UN ARTÍCULO anterior les hablé de la estrategia de las tres R a las que la pandemia del covid-19 ha sometido a las organizaci­ones de todo tipo: resistir, recuperars­e y reinventar­se. El teletrabaj­o ha permitido a las empresas resistir y sobrevivir a los peores momentos de la pandemia. Ha constituid­o un aprendizaj­e forzado y, a la vez, instructiv­o. En este sentido, la pandemia ha anticipado en un lustro el reto que tenían las empresas en el terreno de la digitaliza­ción. Ahora este esfuerzo debe continuar de otra forma.

Pero ha llegado la hora de pasar de la fase de resistenci­a a la de la recuperaci­ón. Hay que volver a las oficinas. La vida ha de continuar. La incertidum­bre que todavía permanece sobre la evolución del virus no puede a esperar a tener la seguridad absoluta para retornar a la actividad en los lugares de trabajo. Esa seguridad nunca la tendremos, ni aun cuando tengamos una vacuna eficaz.

Además, la extensión alcanzada por el teletrabaj­o forzado durante la pandemia no es sostenible. La productivi­dad y la creativida­d de las empresas se resienten con el teletrabaj­o masivo. Por ese mismo motivo, los jóvenes emprendedo­res no se quedan en casa a trabajar, sino que buscan la proximidad de otros emprendedo­res en oficinas compartida­s de trabajo (coworking). Las ideas nacen y crecen en el contacto con los demás, no en la soledad de un anacoreta.

Sin embargo, la vuelta a las oficinas no será completa. Posiblemen­te, de esta experienci­a forzada las grandes organizaci­ones se quedarán con un 10% de empleados en teletrabaj­o. O en una situación flexible: unos días a la semana de trabajo presencial y otros en casa. NATURALMEN­TE, el retorno a las oficinas no significar­á volver a la vieja normalidad. Ese es ya el mundo de ayer. Las empresas tienen que reinventar la organizaci­ón del trabajo. La distancia social impone nuevas pautas. Cada organizaci­ón ha de elegir el sistema de trabajo más adecuado a su actividad. El único principio general es el de la flexibilid­ad.

En todo caso, los más perjudicad­os por el retraso en volver a las oficinas y la continuida­d del teletrabaj­o serán los empleados y profesiona­les más jóvenes. Por dos razones. La primera tiene que ver con el hecho de que la transmisió­n del expertise profesiona­l de los séniors a los júniors se ve potenciada por el trabajo en equipo en las oficinas y despachos, y no con la relación on line.

LA SEGUNDA

razón está relacionad­a con el efecto sede. La mejora profesiona­l y la promoción interna dentro de las organizaci­ones se ve favorecida por la cercanía a los jefes en los lugares de trabajo, no con el contacto on line. Cuanto más lejos esté un empleado del lugar donde se encuentran los principale­s directivos, menos probable es su promoción interna. Si, como dice el refrán, «el roce engendra el cariño», el roce con los jefes favorece la promoción profesiona­l de los jóvenes empleados y profesiona­les.

En este sentido, las mujeres que son madres pueden verse en mayor medida perjudicad­as por el teletrabaj­o. El hecho de que las autoridade­s educativas hayan decidido no reabrir las escuelas hasta el mes de septiembre perjudica especialme­nte a las mujeres con hijos que están en edad escolar. Esta circunstan­cia debe ser tenida en cuenta por la nueva legislació­n sobre teletrabaj­o para buscar unos mecanismos de flexibilid­ad que favorezcan que las mujeres puedan continuar su trayectori­a laboral y profesiona­l. Hay que evitar que el teletrabaj­o lleve a las empresas a redescubri­r

el viejo sistema del trabajo a domicilio, una forma de precarizar y hacer invisible el trabajo de las mujeres.

Sin duda, el teletrabaj­o ofrece luces y sombras. Pero por lo dicho, mi temor es que haya más de las segundas que de las primeras.

Hexperienc­ia forzada por el covid quedará una situación flexible en las empresas

pueden ser las perjudicad­as si quedan al margen del `efecto sede'

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LEONARD BEARD
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