«Quizás todos pecamos de arrogancia con el virus»
«Pensábamos que podíamos con todo y no fue así. Ha sido una lección de humildad»
«El mercado sanitario dejó de ser un mercado y se convirtió de repente en un zoco»
«¿Proyección política? Yo tengo los pies en el suelo. Mi horizonte es cumplir el encargo de Pedro Sánchez»
Catalunya tiene solo 120 rastreadores para rebrotes
«Quizá pecamos de arrogancia con el virus. Pensábamos que podíamos con todo y no. Fue una lección de humildad»
«La UE apuesta por una compra conjunta y equitativa de la futura vacuna que evite las carreras de egoísmo»
Uno traza planes. pero luego llega la vida y decide por él. Salvador Illa entró en el Gobierno como cuota socialista catalana. Su misión principal era trabajar como carpintero de la mesa de diálogo sobre Catalunya. Un ministerio vaciado de competencias como el de Sanidad parecía un lugar adecuado para instalar la carpintería. Y entonces la vida (y la muerte) decidió por él: ministro plenipotenciario.
— El virus parece bajo control en España. ¿Qué peligro hay de que en otoño haya otra ola?
—La pandemia va mal. Más de 10 millones de casos diagnosticados y más de medio millón de fallecidos en el mundo. En Europa la hemos controlado gracias al confinamiento, que es lo único que sirve para frenar al virus. Donde ha habido confinamiento se ha controlado; donde no, no. Hay rebrotes y no podemos descartar una segunda ola. Nos estamos preparando para ella.
— La UE ha abierto sus fronteras a una quincena de países. Solo Italia exige cuarentena a esos viajeros. ¿No se estará infravalorando la posición italiana como con el cierre de Lombardía?
— No. Nosotros insistimos en el acuerdo europeo sobre fronteras. Se permite la entrada desde países con una incidencia acumulada en los últimos 14 días igual o inferior a la media europea. Disponemos de los controles que recomienda la UE.
— ¿No le convencen los argumentos de su colega italiano en
favor de la cuarentena?
— No valoraré la decisión de otros socios europeos.
— ¿Está el sistema sanitario en España vacunado contra otro colapso?
— La primera lección que debemos aprender es de humildad...
— ¿Se pecó de arrogancia con el virus?
— Quizá sí, pensábamos que no iba a llegar a Europa ni a EEUU, y llegó, y nos ha hecho muchísimo daño. Pensábamos que podíamos con todo y no es así. Tenemos muchas limitaciones, no somos inmunes. Hay mucho del virus que desconocemos, si va a mutar o no, cómo se comportará. Hemos aprendido y nos esforzamos para estar preparados.
— ¿Cuáles son esos esfuerzos?
— Planes de contingencia hospitalaria. Las autonomías son capación ces ahora de incrementar las plazas de hospitalización y de cuidados intensivos en cinco días. Tenemos también reservas estratégicas de material sanitario.
— ¿Está lista ya la reserva que anunció el presidente?
— Una de las condiciones de la desescalada era que las autonomías acreditasen un estoc sanitario para varias semanas. El Gobierno también ha hecho acopio y trabaja para construir esta reserva estratégica.
— ¿Ha servido este aprendizaje para identificar los errores en la gestión de la crisis?
— Todo el mundo llegó tarde, no solo España. Ha sido una lección de humildad para todos.
— Pero se debió haber actuado con más anticipación.
— Con lo que sabemos hoy, sí, pero yo descarto los ejercicios de adivinación del pasado. Todos hemos llegado tarde.
— El Mobile canceló su feria en Barcelona a mediados de febrero. No todos llegaron tan tarde…
— Con lo que hoy sabemos, claro que habría sido muy fácil tomar decisiones distintas. Pero es justo pedir que se valoren las decisiones en relación con los datos que conocíamos entonces. Y no predecir el pasado.
— ¿Predecir el pasado? Con más de 28.000 fallecidos en el país, la ciudadanía tiene derecho a una revisión autocrítica del pasado.
— Por supuesto. Tenemos una actitud de autoexigencia y aprendizaje. Lo que digo es que todo el mundo ha llegado tarde. ¿Teníamos que haber actuado una semana antes o dos? Con lo que sé ahora, sí; con lo que sabía entonces, no.
— La falta de material sanitario fue otro punto flaco. Catalunya y otras autonomías acusaron al Gobierno de incautarse de su material sanitario.
— No es cierto que nos incautásemos de material. Yo mantengo una magnífica relación con los responsables autonómicos, en particular con la de Catalunya. Hubo una demanda de material muy superior a la oferta. El mercado sanitario se convirtió de repente en un zoco. En ese contexto, identificamos todo el material disponible en España y en algunos casos lo redirigimos a los lugares donde hacía más falta. Eso nunca afectó a Catalunya, por cierto.
— ¿Teme que reabra ese zoco cuando haya una vacuna?
—La UE ha apostado por negociar conjuntamente la adquiside la futura vacuna y garantizar una distribución equitativa que evite las carreras de egoísmo. Este debe ser el camino.
— La Generalitat ha sugerido que si hubiera tenido manos libres habría habido menos muertes en Catalunya. Suerte que su relación es magnífica...
— Insisto, la relación es muy buena. Ha habido momentos de tensión naturales, pero el trabajo es satisfactorio. No opinaré nada más sobre la pugna política. Prefiero centrarme en el combate contra la pandemia. Es lo que demanda la ciudadanía.
— ¿Cómo va a evolucionar la sanidad pública a partir de esta crisis?
— Ahora hay mayor conciencia de la necesidad un sistema nacional de salud bien dotado. Y la
descentralización sanitaria funciona, es una fortaleza del sistema.
— El de Sanidad es un ministerio vaciado de competencias. ¿Va a tener en adelante más contenido y recursos?
— Para ser un ministerio vaciado, vaya con lo que ha hecho, ¿no? Es evidente la necesidad de un Ministerio de Sanidad con competencias y recursos adecuados.
— ¿Con más poder?
— Bueno, el ministerio ya tiene unas competencias relevantes. Ya se ha visto. Vamos a reflexionar con calma sobre lo que podemos hacer. El ministerio ha ejercido un papel de coordinación muy relevante y hay que ver cómo lo reforzamos porque la actuación está a la vista, ¿no?
— ¿La reconstrucción deparará alguna estructura sanitaria supraautonómica?
—La descentralización ha funcionado correctamente, insisto. La sanitaria ha sido una de las políticas públicas más exitosas de la democracia. Una clave ha sido el consenso, que se debe mantener.
— ¿La pandemia será a su vez una vacuna contra futuras tentaciones de adelgazamiento de la sanidad pública?
— Una lección es que hay que dotar el sistema nacional de salud de los recursos necesarios y de manera sostenida.
— El escenario más dramático de la crisis han sido los geriátricos, convertidos en pabellones de la muerte. Esto define el trato que la sociedad dispensa a las
generaciones que han dejado de ser productivas.
— Cada comunidad autónoma debe evaluar cómo han funcionado las cosas y corregir lo que es claramente mejorable. Nuestra comisión de bioética publicó un informe a principios de abril indicando que no puede haber discriminación por razón de edad a la hora de administrar el tratamiento clínico que corresponda a cada paciente. Insisto, las autonomías tienen competencia plena en esta materia y deben hacer su examen. Las condiciones en que murieron muchas personas, aisladas de sus familias, fueron muy dolorosas. Tuvimos que limitar la asistencia a los funerales para preservar la salud púbica. Fue uno de los momentos más complicados para nosotros. Fueron días muy difíciles.