Pues sí, la cosa estaba mal y no nos avisaron
Muchos leridanos salieron el viernes de fin de semana tan tranquilos tras escuchar a Vergés
Hacía días que llegaban desde Lleida voces preocupadas. «Esto no va bien, cada vez estamos viendo más positivos», comentaban allegados que trabajan en el sector sanitario, a pie de calle. «Si es que ya tuvimos un primer aviso con la dichosa fiesta de cumpleaños de la desescalada [cuando la región sanitaria de Ponent tuvo que seguir en fase 1 alguna semana más de la cuenta], y ni por esas... la gente sigue despreocupada», se lamentaban, entre exhaustos e impotentes, tras más de tres meses de pandemia, de trabajo sin horarios y de ver cómo sus consejos de precaución caían en saco roto.
Pero por mucho que preguntáramos los periodistas, correa de transmisión de esa inquietud, la respuesta que daba la
Conselleria de Salut era siempre la misma: todo bajo control. Que es normal que haya rebrotes, porque estos días, ya lo sabemos los leridanos, hay mucha movilidad por la cosecha de la fruta. Que los focos de contagios de la Franja, donde las autoridades sanitarias aragonesas impusieron limitaciones hace días, no tenían porqué afectar a Lleida.
Que si hacía falta se contratarían más rastreadores para hacer seguimiento de los casos positivos y se reforzarían las plantillas en la atención primaria.
La orden de confinamiento anunciada ayer por el `president' Torra –sin fecha de caducidad de momento– fue un jarro de agua fría para los bienpensantes que se creyeron (nos creímos) la versión oficial. Lo fue incluso para los que venían vaticinando lo peor. La sensación, en general, fuela de haber sido de algún modo engañados.
Apenas unas horas antes, el viernes por la tarde, la visita de la `consellera' Alba Vergés, la persona que maneja la estrategia de lucha contra el covid-19 en Catalunya, había resultado hasta tranquilizadora, después de haber oído cómo Fernando Simón, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias del Ministerio de Sanidad, daba a entender el jueves que el confinamiento era una opción plausible. Vergés viajó ex profeso a la capital leridana y allí, junto al alcalde Miquel Pueyo, descartó el encierro. Y muchos leridanos cogieron esa misma tarde el coche y salieron tan tranquilos de fin de semana (a Salou, a Cambrils o a la montaña)... Porque la Generalitat decía que no pasaba nada y porque no había riesgo de que a su paso fueran contagiando a nadie.
Lo de ayer recordó, aunque diferente, a aquellos tiempos en los que los de Lleida pensábamos que Barcelona nos ignoraba, cuando no existíamos más que cuando en campaña electoral. Se nos quedó cara de susto y de perplejidad cuando supimos que las cosas sí estaban tan mal. Y que quienes debían de avisarnos se habían olvidado de hacerlo.
H