El Periódico - Castellano

Vida y obra de Anton Yelchin

DOCUMENTAL DE ESTRENO EN TCM

- JUAN MANUEL FREIRE

`Love, Antosha' se adentra en la vida singular del añorado actor de `Star Trek'

«Mucha gente no sabe quién fue Anton Yelchin, o solo le conoce por cómo murió. Es una pena que te recuerden por algo así cuando has hecho tanto», cuenta Garret Price, montador metido a director con Love, Antosha, documental en memoria de un actor que se marchó demasiado pronto, a los 27 años, como demasiados grandes talentos. TCM estrena hoy la película en España (22.00 h.) en el arranque de un ciclo dedicado al Chekov de la última trilogía de Star Trek; un brillante Chekov para cuyo fuerte acento ruso Yelchin tomó inspiració­n de su abuelo.

Saquemos al elefante azul de la habitación y pasemos cuanto antes a recordar al personaje por lo que merece ser recordado. Yelchin falleció el 19 de junio del 2016 a causa de un extraño accidente: su Jeep Grand Cherokee rodó marcha atrás por la entrada para coches de su casa de Los Ángeles y lo aplastó contra una columna de ladrillos y una reja de seguridad.

Un tiempo después, sus padres se pusieron en contacto con Drake Doremus, quien había dirigido a Yelchin en Como locos, uno de los mejores proyectos en que se involucró, para saber si querría dirigir un documental sobre su hijo. Doremus rechazó la oferta –creía que sería demasiado poco objetivo–, pero recomendó al más conocido como montador Garret Price, quien tampoco lo veía claro en un principio. «A pesar de lo trágica que era la historia, tampoco sabía si había justificac­ión para hacer un largo», nos explica por videoconfe­rencia. «Tenía mis dudas. Después, me senté con sus padres una tarde para saber más de su hijo y quedé fascinado. En realidad, había mucho por contar».

Enfermo en secreto

En cada esquina de esos 27 años había un giro sorprenden­te. ¿Cuánta gente sabe que los padres de Anton, Irina Korina y Viktor Yelchin, eran estrellas del patinaje artístico en la Unión Soviética? A finales de los 80, ante el repunte del antisemiti­smo, vendieron todo lo que tenían (les dio tan solo para 8.000 dólares), huyeron con su hijo de pocos meses a EEUU y se instalaron en Los Ángeles. «Todo eso era desconocid­o para mí», dice Price. «También su obsesivo conocimien­to

En cada esquina de los escasos 27 años que vivió es posible encontrar un giro sorprenden­te

del cine. Ya en Alpha dog, con solo 15, 16 años, estaba increíble, y era porque había tomado notas sobre cada película que había visto y hacía lo imposible para mejorar las suyas».

Fibrosis quística

«Tampoco sabía nada sobre su fibrosis quística», sigue Price. Para protegerle, sus padres no le hablaron abiertamen­te sobre su enfermedad degenerati­va hasta que fue adolescent­e. «Y después, él se preocupó de dejar aquello al margen de la gente».

Con solo 27 años, Yelchin había participad­o ya en 69 proyectos. ¿Solo porque adoraba su trabajo o quizá un poco también, en parte, por saber que quizá no tendría tanto tiempo como querría para desarrolla­rlo? «Segurament­e ambas cosas. Tenía prisa por hacer mucho, pero es que le gustaba hacer toda clase de películas: cine indie [Solo los amantes sobreviven, Green room o Porto, todas ellas incluidas en el ciclo de TCM], blockbuste­rs [Terminator: Salvation, Star Trek]… Todo lo que le ofrecieran. Para él

todo era arte». En ese entregado estajanovi­smo podía recordar a Nicolas Cage, con quien trabajó en Caza terrorista, de Paul Schrader. Cage se encarga de leer los diarios de Yelchin en el documental. «Eran almas gemelas. Amigos muy cercanos», nos asegura Price.

Corazón partido

De hecho, Yelchin dejó huella en un puñado de actores veteranos: Willem Dafoe, Martin Landau o Frank Langella hablan aquí maravillas de su colega. «Todos lo describían como un alma vieja. Hablaba con esos veteranos por teléfono; eran sus verdaderos amigos. Casi le gustaba más hablar con ellos que con gente de su edad». Su compañera de generación Kristen Stewart, con la que rodó Gente poco corriente, comenta en la película que Yelchin no correspond­ió sus sentimient­os y le partió el corazón.

Luces y sombras

Love, Antosha muestra al Yelchin más luminoso y también al más atraído por el lado oscuro de la vida. El título hace referencia a su firma en las cartas que pasaba a su madre por debajo de la puerta si se ponía enferma (y también cuando ya se había recuperado). Pero sus padres no tuvieron problema en que Price recordara la atracción de su hijo por la vida undergroun­d de Los Ángeles, que le llevó a hacer retratos nocturnos en los más turbios clubs sexuales de Van Nuys. El actor y guionista Simon Pegg, compañero suyo en la saga Star Trek, califica a su amigo como «chico travieso». Puede que Yelchin solo viviera 27 años, pero los vivió a conciencia, deja bien claro Love, Antosha.

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EL PERIÓDICO Alma vieja 8Autorretr­ato de Anton Yelchin empleado en el documental `Love, Antosha'.

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