Bailando sentados
Muchachito crea un ambiente cálido, cercano y de civilizado desenfreno a golpe de rumba y bombo en el Cruïlla XXS
33 8Muchachito,
El mejor perfil posible de los conciertos de nueva normalidad lo dio el viernes el señor Jairo Pereira en el Poble Espanyol, pasando por encima de las distancias y operando como si aquello fuera un anexo de la terraza del barrio. «¡Bravas para todos!», gritaba entre canción y canción, con el pie derecho pegado al bombo y sacando humo de ese repertorio que tritura rumba, blues, swing, reggae, música disco y lo que le echen, con la desescalada por montera y los ojos de la clientela haciendo chiribitas.
Muchachito volvió a la ciudad tras un largo período en el que le habíamos perdido la pista. Esa era su precisa intención, dado el régimen de caravana, carretera y manta al que se ha abocado en los últimos años, poniendo tierra de por medio con el show business. Muchachito fresco y rampante, bien secundado por su socia Flor Inza, a las percusiones y voces, y entrando en tromba con Cuestión de suerte, ese resumen de su filosofía, en el que, como Los Suaves, canta desenfrenadamente a esa vida que le va a matar.
El Poble Espanyol lucía bonito y acogedor, con esa pérgola envuelta en vegetación que le ha plantado el Cruïlla XXS y las meaproximación sitas para parejas y pequeños grupos, y el ritmo se fue propagando de silla a silla a golpe de Si tú si yo, sí, no y Me tienes frito, pellizcos de aquel sonado álbum de debut del 2005 que fue Vamos que nos vamos. Rumba que retumba, ante la cual era difícil mantener quietos los pies. Todos, más o menos, «bailando sentados», como hizo notar Flor. Y los primeros amagos de alzarse con Caraguapa. Un señor de la seguridad se acercó ahí a una cuadrilla que procedía a danzar alegremente para pedir contención: bailar, de acuerdo, parecía decir, pero no se vayan ustedes a mezclar demasiado.
De última en última
Jairo, notable cachondo, se pasó el concierto advirtiendo que «esta va a ser la última canción» y anunció una nana, Libre como el viento, que salió propulsada a toda velocidad. Como cuando le llegó el turno a «la lenta», que resultó ser un Cógelo al galope frenético. Y a Te perdí, esa loca
Había 400 personas dispuestas
a la disco music
con guitarra escacharrada y canto añorado. Hubo lugar para
40 Forajidos, canción del disco de G5, aquel supergrupo que compartió con Kiko Veneno, Los Delinqüentes y Tomasito. Mucho Veneno primera época, en ese relato de far west entre «cucarachas, sabandijas y bandidos»,
influencia notoria en la obra de Muchachito, como se pudo entrever en piezas propias como
Carreta sideral.
Invocando a Peret
La noche es una gran aliada de estos conciertos de aforo corto y dispersado, y las 400 personas dispuestas cómodamente en el Poble Espanyol (donde cabrían hasta 5.000) se fueron sintiendo más y más cerca a medida que el sol se ponía y crecía la sensación de complicidad. Tramo final en el que Muchachito, que va por el mundo sin hoja de setlist e improvisando el repertorio en cada sesión, puso al público a bailar, ahí sí, de pie y sin excusa ni pretexto, con Ojalá no te hubiera conocido nunca, haciendo añicos toda rigidez sin vulnerar protocolos. Un prodigio. Doce años atrás, compartía ese mismo escenario con Peret, «el rey», y para él fue el bis, El muerto vivo, invocando al más grande para poner el lazo de oro a la parranda.
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