Algo más que un simple título menor
Es el menos importante. Pero Koeman, que confía en tener a Messi ante el Athletic, anda necesitado de trofeos. Por pequeños que sean.
Ni aunque se pudiera, nadie saldría a la calle para festejar una Supercopa de España, un trofeo que siempre ha sido menor. El más insignificante, por mucho que el Madrid hace justamente un año adquiriera velocidad de crucero hacia la Liga pospandemia y Ernesto Valverde tuviera que hacer, de manera apresurada, las maletas camino de su casa. El Barça, como reconoció ayer Sergio Busquets, uno de sus capitanes, está viviendo «una situación límite» en estos meses, pendiente de tantas y tantas cosas (la elección del nuevo presidente se retrasa del 24 de enero al 7 de marzo, puesto al que aspiran Laporta, Font o Freixa; el futuro de Messi; la ruina económica del club...) que levantar una Copa, aunque sea pequeña y súper, le daría un mensaje de alegría.
Está tan necesitada la institución que se toma muy en serio la final con el Athletic de Marcelino, el técnico que, precisamente, le derrotó en la final de Copa de 2018, días después de Anfield, uno de los orígenes del caos. Entonces era entrenador del Valencia, ahora dirige al club vasco. «No hay que motivar para una final. Ni tampoco presionar a los jugadores», admitió Koeman. «No es el título más importante, pero es un título», se encargó luego de recordar el técnico, quien asumió en agosto pasado el depresivo Barça que se autodestruyó en Lisboa. Un club que no puede gastarse ni un solo euro en este mercado invernal para reforzar una plantilla descompensada, desequlibrada y con huecos aún vacíos.
«He oído que dicen que estoy descontento, preocupado y otras cosas más. Pues no. Estoy bien, estoy contento. Sé las limitaciones económicas que tiene el club. Si no es posible, pues seguiremos adelante con lo que tenemos», afirmó Koeman, asumiendo el no a Eric García, el central del Manchester City, que necesitaba para fortalecer su defensa, que estará integrada hoy, si no se recupera Dest a tiempo, por Mingueza, un central de 21 años reconvertido a lateral derecho, junto a Araujo, otro joven central del filial (21), Lenglet y Jordi Alba. Habrá, por lo tanto, mucho debutante en una final, por pequeña que sea, con la camiseta azulgrana. Pedri y De Jong se unen a esa lista en un Barça que empieza a emitir señales positivas en su juego con cuatro victorias consecutivas. Con y sin Messi.
Los músculos del capitán
Esa es la gran preocupación de Koeman. Saber si tendrá esta noche en La Cartuja sevillana «al mejor jugador del mundo». Mantiene el técnico «esperanzas» de que se recupere a tiempo de las molestias musculares que padece en su pierna izquierda. Messi causó baja en la semifinal contra la Real, que llevó al límite a los azulgranas, sostenidos por las infalibles manos de Ter Stegen y la asombrosa sangre fría de Riqui Puig en el quinto y decisivo lanzamiento de la tanda de penaltis.
«Leo conoce su cuerpo, a ver cómo reacciona. Si él no está, nos falta algo», apuntó Koeman, consciente de que «la creatividad y efectividad» que caracteriza al capitán podría ser un arma decisiva para levantar ese primer título tras
«Tenemos esperanza de que Leo pueda estar. Él conoce su cuerpo, a ver cómo reacciona»
«No hay que motivar para una final. No es el título más importante, pero es un título»
meses de abstinencia en un club que vive instalado en la provisionalidad. Pero, al menos, ver a Messi corretear por La Cartuja, a la espera de lo que determine el dolor en su bíceps femoral, supuso para el Barça, hambriento como está de buenas noticias, una pequeña dosis de calma.
Esta noche se resolverá la gran pregunta. Una final ¿con o sin Leo? Mientras, Koeman, a la espera de tener un presidente con quien dialogar, no se fía del Athletic. «Es una oportunidad más para demostrar que somos un equipo fuerte y que estamos en el buen camino», subrayó el técnico, quien ya le comunicó al representante de Neto que no se irá del Barça en invierno. Los jóvenes pueden salir; Neto, no.