El Periódico - Castellano

Ni administra­ciones ni eléctricas asumen el invierno a oscuras

- ELISENDA COLELL

Las víctimas son demasiadas, y bien visibles. Abuelos que temen no poder avisar a la ambulancia o ahogarse en plena noche, madres que deben bañar a sus hijos en cazuelas y que no tienen para calentarle­s el biberón, y familias que luchan cada día para no congelarse.

EL PERIÓDICO ha visitado algunos de los barrios que este invierno viven constantes y largos apagones de luz. ¿Por qué se producen estos cortes que impiden una vida digna? ¿Cómo se resuelven estas incidencia­s? ¿Quién es el culpable? No son respuestas fáciles. Las Administra­ciones admiten que harán falta meses para conocer la causa real de estos cortes de suministro­s, pendientes de los datos que les puedan proporcion­ar las compañías eléctricas. A nadie se le escapa que los cortes se producen en barrios olvidados y abandonado­s desde hace años, y donde las secuelas de las sucesivas crisis económicas nunca logran cicatrizar.

Una treintena de municipios

Los vecinos del Raval clamaban el jueves de nuevo en las puertas de Endesa pidiendo una tregua a los constantes cortes de luz que vive el barrio. A la misma hora, el concejal del distrito se reunía con representa­ntes de la compañía. Según sus palabras, de poco sirvió el encuentro. Muchas buenas intencione­s, y pocos datos. Las únicas cifras que puedan ayudar a conocer la magnitud de los cortes de luz en Catalunya este invierno llegaron en una reunión de alcaldes del Área Metropolit­ana, además de Terrassa y Sabadell, con la Generalita­t el viernes 15 de enero. Se contaron39­0.000 hogares afectados de una treintena de municipios.

Oficialmen­te, la Conselleri­a d’Empresa de la Generalita­t, quien tiene competenci­as en la distribuci­ón de la red eléctrica en Catalunya, dice desconocer el alcance real de la problemáti­ca. «Sabemos lo que nos comunican los alcaldes o los vecinos, pero desconocem­os cuántas viviendas lo están sufriendo», comentan fuentes de la dirección general de Energía del Govern. Para esclarecer­lo han pedido a Endesa un registro de los cortes de luz producidos en Catalunya desde noviembre de 2020 hasta febrero de 2021. «Y a partir de entonces podremos saber qué es lo que hay», puntualiza­n.

A diferencia del agua, la distribuci­ón de la energía eléctrica es una competenci­a estatal, que se regula a través del real decreto 1955/2000. Allí se establecen dos parámetros con los que se calcula la calidad de la red eléctrica. Se llaman Tiepi y Niepi. El primero cuenta el tiempo que duran las interrupci­ones de la luz y el segundo el número de cortes. Según la ley, las empresas distribuid­oras de electricid­ad no pueden cortar la luz más de 12 veces durante seis horas en un año. Y de hacerlo, deben ofrecer descuentos a sus clientes en la factura, además de reparar la red eléctrica.

Sobrecarga­s por fraudes

Los datos que tiene la Generalita­t, como también las auditorías realizadas por el ente público, señalan que la red de Endesa está por debajo de estos parámetros. Un dato relevante en tanto que esta compañía es quien distribuye más del 90% de la electricid­ad en Catalunya. Pero a pesar de los registros, es evidente que algo falla. «Puede que los indicadore­s marcados en la ley no sean correctos, y que haya de modificarl­a», apuntan desde el Govern. Esta decisión está en las manos del Ministerio de Transición Ecológica, que se limita a aclarar que año a año contadores en una casa si el propietari­o no está conforme. Menos aún si no tiene cédula de habitabili­dad, o si hay que reparar la red de nuevo.

El alcalde de Badalona, Xavier García Albiol, se ha comprometi­do a cambiar esta situación, como se hizo en el barrio de La Mina (Sant Adrià de Besòs), aunque allí todos los pisos estaban en manos de un ente público. Falta por ver si Albiol lo consigue y si la compañía se abre a ello. La Generalita­t, por su parte, desconoce cuántos hogares ocupados hay en Catalunya, ni cuántos han pinchado la red.

Tampoco lo sabe la compañía con precisión. Solo detectan el fraude cuando salta la red en una zona bastante amplia. Lo dicen agentes de los Mossos, y lo confirma Endesa, que es quien entonces debe inspeccion­ar los contadores o usar cámaras de temperatur­as para saber dónde se producen los pinchazos. En muchos barrios, este trabajo requiere de presencia policial. Según expone la compañía, las amenazas, extorsione­s y agresiones a los técnicos son el pan de cada día.

Y finalmente están las plantacion­es ilegales de marihuana en pisos que multiplica­b por 20 el consumo de una familia para desarrolla­r los cultivos. necesitan electricid­ad para que el género .

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Manu Mitru Un chico hace los deberes con una linterna durante un apagón en su piso de Sant Roc, en Badalona.
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Ferran Nadeu Vecinos de la Font de la Pòlvora, en Girona, se calientan en la calle.

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