El Periódico - Castellano

Catalunya afronta el 14-F tras 40 años sin ley electoral propia

El partidismo impide elaborar una herramient­a que, según los expertos, permitiría modernizar los comicios

- FIDEL MASREAL

«Con una ley propia se podrían haber anticipado muchos de los problemas actuales y darles una solución» AGUSTÍ BOSCH PROFESOR DE LA UAB

«No tener junta electoral propia es un déficit democrátic­o, las otras autonomías la tienen, me da vergüenza» CARME VALLS EX DIPUTADA

«Una ley electoral propia habría facilitado las cosas pero no hubiera solucionad­o el lío que tenemos ahora» LLUÍS COROMINAS EX DIPUTADO

Expertos y políticos explican que un sistema electoral propio tendría herramient­as para blindar las urnas ante el covid; mientras, la pugna partidista que dura más de 40 años ha impedido ejercer el autogobier­no para crear una norma propia catalana.

Si existe un camino seguro para votar en Catalunya pese al covid-19, este camino pasa sí o sí por medidas excepciona­les para blindar las urnas. Pero esas medidas necesitan una ley, una norma. Y aquí es donde aparece uno de los mayores fiascos de la política catalana reciente: la falta de acuerdo para haber aprobado un sistema electoral propio. Una ley que, al menos, modernizar­a los sufragios y permitiera medidas como el voto digital (si el Estado la permite) o las urnas móviles. 42 años después, en un país con amplios anhelos de autogobier­no, el partidismo ha impedido activar esta llave democrátic­a.

«Si tuviéramos una Junta electoral propia, habría cosas que estos días serían más fáciles», apunta el abogado y ex diputado del PDECat Lluís Corominas, quien añade: «hubiera facilitado cosas pero no hubiera solucionad­o el lío que tenemos». En este sentido recuerda que se ha dispuesto de cuatro años para constituir una ponencia parlamenta­ria y abordar modernizac­iones en las urnas. No se ha hecho. El catedrátic­o de Derecho Constituci­onal de la UB, Xavier Arbós, este viernes en TV3, también aseguraba que el Govern ha tenido margen temporal par llevar una propuesta al Congreso para cambiar la Ley electoral estatal e incluir, por ejemplo, el voto telemático. «Se hubiera podido explorar el margen para facilitar la realizació­n de las elecciones».

Joan Ridao, letrado mayor del Parlament y ex secretario general de ERC, apunta en este sentido que no tendríamos que «depender de la Junta Electoral Central», si bien, recuerda, la ley del Estado marca el núcleo duro del sistema electoral. Y las diferencia­s entre las autonomías que tienen norma propia son, hoy por hoy, escasas.

Carme Valls, exdiputada de Ciutadans pel Canvi, se lamenta: «El problema más grave es no tener una Junta electoral propia, es una carencia democrátic­a de una autonomía, todas las otras las tienen. Me da vergüenza democrátic­a como catalana».

Fue el ministro Rodolfo Martin Villa quien, previa negociació­n con

los partidos catalanes, dibujó la disposició­n transitori­a del Estatut de Sau con el reparto de escaños que rige en Catalunya, basado en el de toda España, desde 1980. Catalunya votó en aquella ocasión con una norma provisiona­l sobre elecciones... que lleva hasta hoy en esa provisiona­lidad. Incluso cuando el tripartito y CiU pactaron el nuevo Estatut del 2006.

En ese momento, los socialista­s y el PSUC, hegemónico­s en esa época, no rechazaron un sistema electoral que ha favorecido a los territorio­s de fuera del área metropolit­ana de Barcelona. «Los socialista­s creían que eran la hegemonía, que Raventós ganaría las elecciones», recuerda un destacado ex convergent­e.

Lo cierto es que Jordi Pujol dispuso de mayorías absolutas para aprobar una ley electoral propia, pero no lo hizo. «Había la conciencia en los gobiernos de CiU de que elaborar cualquier nuevo sistema electoral habría abierto reivindica­ciones en dirección contraria a las que les interesaba a ellos, como que Barcelona tuviera más peso. Eso hizo que los gobiernos de CiU dijeran: «quedémonos con la de Martín Villa, que ya está bien, dado que no la hicimos nosotros sino la UCD, no es culpa nuestra», describe el profesor de Ciencia Política de la UAB y experto en regímenes electorale­s Agustí Bosch.

«Llévame una ley mañana»

Tras la etapa Pujol, tampoco el tripartito logró acordar una ley, pese a disponer de mayoría. Los intereses del PSC y ERC chocaban. En lugar de acercarse la solución, se alejó, porque el nuevo Estatut obliga a una mayoría de dos terceras partes del Parlament. «Recuerdo una reunión con Pasqual Maragall, con el conseller Josep Maria Vallès. El president le dijo a Vallès: «Llévame mañana una ley electoral. Se puso blanco», recuerda Ridao. El tripartito no se puso de acuerdo como en otras tantas cuestiones­porque, como recuerda Agustí Bosch, «a ICV le interesaba­n circunscri­pciones muy grandes pero al PSC le iban bien las pequeñas porque las grandes dejaban entrar a muchos partidos».

Tras ese período, en el 2015 se intentó de nuevo forjar un pacto. No se logró pese a que Jaume Bosch, de ICV y Corominas, según revela éste último estuvieron a punto de alcanzar una pinza, abortada finalmente por sus cuarteles centrales. Se incluían medidas como la urna móvil (para facilitar el voto en residencia­s de ancianos, por ejemplo), la reducción de la campaña electoral o el voto durante dos días consecutiv­os. No fue posible porque, según Jaume Bosch, «en el 2015 ya flotaba en el ambiente el referéndum y al PSC le acojonaba una ley electoral catalana que tuviera una junta electoral catalana. [Miquel] Iceta en esto fue radical y dijo que o ley electoral entera o nada, porque tenemos cogidos por los mismísimos a CDC y ERC porque si quieren junta electora deberán ceder en el sistema electoral». «Es que CiU lo único que quería era una organizaci­ón electoral para que ellos se la guisen y se la coman, como hicieron con la ley del referéndum», confirma un diputado del PSC.

Carme Valls aporta un elemento curioso: Ciutadans pel Canvi fomentó una recogida de firmas para una Iniciativa Popular para una ley electoral. El texto llegó al Parlament...y

«Es un empate infinito de impotencia­s entre unos y otros, cuando habíamos llegado a un acuerdo, alguien se desmarcaba»

JOAN RIDAO LETRADO MAYOR DEL PARLAMENT

ahí sigue. «La ley que presentamo­s está viva, recogimos 100.000 firmas, se creó una comisión en el Parlament pero no tomaron ninguna resolución. Hemos pedido explicacio­nes al secretario del Parlament», describe.

Y en la etapa más reciente, tampoco se ha emprendido medida alguna, aunque el PSC esgrime que presentó una iniciativa en esta legislatur­a. En una entrevista a EL PERIÓDICO, el conseller encargado del régimen electoral, Bernat Solé, acusa al Gobierno: «Hay un proyecto-ley elaborado para el voto electrónic­o en el exterior que no ha generado consenso, hay estas enmiendas a la totalidad. Esto demuestra que no hay esta voluntad política y aquí interpelam­os al Gobierno, que no ha hecho absolutame­nte nada de lo que le pedimos».

«En la etapa de Puigdemont y Torra hay temas más urgentes, según su evaluación del mundo y la ley electoral es completame­nte secundaria, no tiene relevancia. En ningún momento histórico la ha tenido, por falta de interés de partido», concluye Agustí Bosch.

«En los últimos cinco años el Govern ha estado fijado en la independen­cia y discutir medidas concretas de una ley electoral les importaba un bledo»

JAUME BOSCH EX DIPUTADO

«No podemos generar unas expectativ­as a partir de propuestas que sabemos que desde el punto de vista legislativ­o no son posibles»

BERNAT SOLER CONSELLER DE ACCIÓ EXTERIOR

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Imagen del hemiciclo del Parlament de Catalunya.
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