El toque de queda señala a los fugitivos
Una parte importante de las personas que se saltan la prohibición nocturna tienen pendientes requerimientos judiciales o policiales.
Una «parte importante» de los identificados por la policía por quebrantar el toque de queda aparecen en «rojo»: al consultar la base de datos policial constan como personas huidas de la justicia. «Es una percepción que comparten los jefes de turno de las distintas regiones policiales pero que todavía no está contabilizada», explica el portavoz de los Mossos d’Esquadra, Joan Carles Molinero, que aclara que no son reos fugados de la cárcel sino ciudadanos con cuentas pendientes con la ley.
Personas que habían ignorado una sentencia que les obligaba a ingresar en prisión. O no atendieron una citación judicial. O en busca y captura por una investigación. «Desde un punto de vista policial, el toque de queda ha venido bien para reducir las personas con requerimientos», razona Molinero.
Alto cumplimiento
El grado de cumplimiento de la medida, en general, es muy elevado. Como lo es la comprensión de la ciudadanía al ser abordada por los agentes. «Durante los instantes inmediatamente posteriores a las 22.00 horas –cuando entra en vigencia el veto circulatorio, hasta las 6.00 horas– hacemos pedagogía porque son casos de personas que se han despistado», razona
Molinero. Cuando la noche avanza, quienes persisten en romperlo forman parte de capas más «marginales» o «delincuenciales» entre los que abundan más los acostumbrados a transgredir.
«Por la noche no puede haber nadie en la calle salvo quienes forman parte de los servicios esenciales o realizan trabajos como el de mensajería», describe Molinero. Un contexto que deja muy expuestos a los que desoyen el toque de queda y lo hacen, además, para cometer delitos, como alunizajes contra comercios. «Los arrestos in fraganti han crecido mucho estos últimos meses», dice la intendente Silvia Catà, responsable de Seguretat Ciutadana en Barcelona.
Más denuncias
Las denuncias por desobediencia o resistencia a agentes de la autoridad aumentaron en 2020. «No solo a causa de la pandemia», remarca Molinero. Ya comenzaron a crecer en enero y en febrero. El portavoz lo achaca a una «pérdida» de respeto a la autoridad, no solo policial sino «a cualquier tipo de autoridad». Una tendencia que encarnan, sobre todo, colectivos negacionistas con el virus o de ideología «antipolicial» y que, de nuevo, no se corresponden con la actitud generalizada de respeto a las restricciones decretadas desde el inicio de la pandemia.
Un acatamiento que no esconde que el nivel de cansancio y desesperación crece. «No reaccionan de la misma manera ante una multa un ciudadano que tiene trabajo y una situación estable que uno que está en el paro y está sufriendo apuros económicos».
La delincuencia ha bajado un 40% respecto a años anteriores. Un frenazo de la actividad criminal que se corrobora en los juzgados de guardia de Barcelona, que han bajado su actividad. El número de detenidos que pasa a su disposición ha caído aproximadamente a la mitad, pasando de unos 14 diarios a 7. Los juicios rápidos por hurto – delitos leves, antiguas faltas– han pasado de 30 diarios a 7 diarios. Un decremento vinculado a la escasez de turistas, las víctimas favoritas de los carteristas. El hurto, el delito rey en Barcelona, ha caído en un 60% desde que se decretó el primer estado de alarma.