El veto dispara las cenas a domicilio
Las plataformas digitales y los locales con ‘delivery’ se benefician de las restricciones mientras miles de bares y restaurantes se están arruinando.
Sergio P. es un autónomo vocacional. Uno de los pocos que desde la pandemia ha dilatado la jornada laboral. «Me cuesta parar cuando veo que hay oportunidad de trabajar y facturar. Y el tema del delivery se ha disparado hace casi un año», relata. A sus 36 años, lleva unos cuantos como emprendedor, desde una tienda online, y otros cinco como repartidor de plataformas digitales, que le permitían completar sus ingresos y elegir el ritmo de trabajo.
Pero ningún periodo ha sido comparable en intensidad al último año, cuando su segunda ocupación pasó a tener una enorme demanda y a darle una gran «satisfacción personal», pese a la presión. «La gratitud de la gente que no podía moverse cuando le llevabas la compra era enorme», dice. La comida (y el repartidor), cordón umbilical con la vida, en ausencia de normalidad.
La pasada primavera «había trabajo para 12 horas al día si uno quería», dice. Él se movía en moto grande, al servicio de Stuart, llevando sobre todo pedidos de supermercados. Años atrás colaboró con Glovo y hace meses decidió añadir esta plataforma a su rutina, en el horario de 19.30 a 21.30 horas. Un enlace entre restaurantes necesitados de sacar partido al reparto a domicilio y de comensales ávidos de llevarse la experiencia gastronómica a sus casa.
Cuenta Sergio que el incremento de peticiones en este ámbito ha sido «espectacular» y mucho más allá del fast food al que se solía asociar el delivery antes de la era del covid-19. Alejados de cualquier bar o restaurante a la fuerza, quienes no han querido dejar de disfrutar de sus mesas favoritas se han volcado en el nuevo hábito de importar los ágapes a casa. «Cada barrio es diferente, en algunos no haces más que viajes al McDonald’s, pero en otros llevas pedidos de restaurantes pequeños especializados», añade.
En plena polémica sobre la situación laboral de los riders y su inminente nueva regulación, Sergio es uno de los que defienden «la plena autonomía» de su situación, donde puede gestionar su actividad y turnos, casando el reparto con su negocio según los picos de trabajo. «Me fastidiaría mucho que se apruebe la ley rider, opina, tras años de jornadas a su medida.
Nueva rutina
Son muchos los restaurantes que han encontrado en ese tentáculo hasta los hogares un colchón ante la crisis de la hostelería derivada de las restricciones sanitarias. Pero el Gremi de Restauració de Barcelona insiste en que aún son más los que no han podido adaptar su oferta (por elaboración o presentación) a un packaging de reparto y están sufriendo gravemente las limitaciones horarias. Y enfatizan que la esencia de un restaurante no es solo la cocina en las mejores condiciones posibles, sino también el servicio y el entorno.
Las cifras de Just Eat, la plataforma de comida a domicilio líder en España, con más de 16.000 restaurantes adheridos, corroboran su efervescencia en esta etapa de cotidianidad trastocada. En Barcelona, han incrementado un 52% las altas de establecimientos. Desde grandes cadenas a propuestas sibaritas.
No hay datos exclusivos del periodo de toque de queda, pero en pandemia los servicios de cena han crecido más del 33%. Un vigor que ha alentado incluso la entrada en juego de propuestas firmadas por chefs con estrella Michelin. Ahora, en Barcelona y su área metropolitana, uno puede animar el toque de queda con platos de Víctor Quintillà, Romain Fornell o Dani Garcia en versión delivery.