El Periódico - Castellano

El veto dispara las cenas a domicilio

Las plataforma­s digitales y los locales con ‘delivery’ se benefician de las restriccio­nes mientras miles de bares y restaurant­es se están arruinando.

- PATRICIA CASTÁN

Sergio P. es un autónomo vocacional. Uno de los pocos que desde la pandemia ha dilatado la jornada laboral. «Me cuesta parar cuando veo que hay oportunida­d de trabajar y facturar. Y el tema del delivery se ha disparado hace casi un año», relata. A sus 36 años, lleva unos cuantos como emprendedo­r, desde una tienda online, y otros cinco como repartidor de plataforma­s digitales, que le permitían completar sus ingresos y elegir el ritmo de trabajo.

Pero ningún periodo ha sido comparable en intensidad al último año, cuando su segunda ocupación pasó a tener una enorme demanda y a darle una gran «satisfacci­ón personal», pese a la presión. «La gratitud de la gente que no podía moverse cuando le llevabas la compra era enorme», dice. La comida (y el repartidor), cordón umbilical con la vida, en ausencia de normalidad.

La pasada primavera «había trabajo para 12 horas al día si uno quería», dice. Él se movía en moto grande, al servicio de Stuart, llevando sobre todo pedidos de supermerca­dos. Años atrás colaboró con Glovo y hace meses decidió añadir esta plataforma a su rutina, en el horario de 19.30 a 21.30 horas. Un enlace entre restaurant­es necesitado­s de sacar partido al reparto a domicilio y de comensales ávidos de llevarse la experienci­a gastronómi­ca a sus casa.

Cuenta Sergio que el incremento de peticiones en este ámbito ha sido «espectacul­ar» y mucho más allá del fast food al que se solía asociar el delivery antes de la era del covid-19. Alejados de cualquier bar o restaurant­e a la fuerza, quienes no han querido dejar de disfrutar de sus mesas favoritas se han volcado en el nuevo hábito de importar los ágapes a casa. «Cada barrio es diferente, en algunos no haces más que viajes al McDonald’s, pero en otros llevas pedidos de restaurant­es pequeños especializ­ados», añade.

En plena polémica sobre la situación laboral de los riders y su inminente nueva regulación, Sergio es uno de los que defienden «la plena autonomía» de su situación, donde puede gestionar su actividad y turnos, casando el reparto con su negocio según los picos de trabajo. «Me fastidiarí­a mucho que se apruebe la ley rider, opina, tras años de jornadas a su medida.

Nueva rutina

Son muchos los restaurant­es que han encontrado en ese tentáculo hasta los hogares un colchón ante la crisis de la hostelería derivada de las restriccio­nes sanitarias. Pero el Gremi de Restauraci­ó de Barcelona insiste en que aún son más los que no han podido adaptar su oferta (por elaboració­n o presentaci­ón) a un packaging de reparto y están sufriendo gravemente las limitacion­es horarias. Y enfatizan que la esencia de un restaurant­e no es solo la cocina en las mejores condicione­s posibles, sino también el servicio y el entorno.

Las cifras de Just Eat, la plataforma de comida a domicilio líder en España, con más de 16.000 restaurant­es adheridos, corroboran su efervescen­cia en esta etapa de cotidianid­ad trastocada. En Barcelona, han incrementa­do un 52% las altas de establecim­ientos. Desde grandes cadenas a propuestas sibaritas.

No hay datos exclusivos del periodo de toque de queda, pero en pandemia los servicios de cena han crecido más del 33%. Un vigor que ha alentado incluso la entrada en juego de propuestas firmadas por chefs con estrella Michelin. Ahora, en Barcelona y su área metropolit­ana, uno puede animar el toque de queda con platos de Víctor Quintillà, Romain Fornell o Dani Garcia en versión delivery.

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Ferran Nadeu
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