El Periódico - Castellano

Endolla BCN, aumento abusivo

- Javi Pardo BADALONA

Hace unos días recibimos todos los usuarios de Endolla Barcelona una notificaci­ón con las nuevas tarifas para el uso de los cargadores públicos de la red Endolla, operativas a partir del día 18. Estas tarifas son abusivas para una red pública de cargadores que está orientada a promover el uso de los vehículos eléctricos en la ciudad, y echa fuera a los usuarios de vehículos enchufable­s como el mío. Un PHEV (coche híbrido enchufable) con una batería de 8,9 kWh como mi Kia Niro PHEV, para unos 45 km de autonomía tiene que pagar unos 4,3 euros. Para hacer 100 km cuesta casi 9 euros: a un coche diésel que consuma 6 litros a los 100 le sale más barato.

Nos obligan a quemar gasolina en ciudad en vez de favorecer que podamos cargar nuestros coches de manera barata y bajar la contaminac­ión. Esta es la política del ayuntamien­to para promover el uso de coches eléctricos. Según informa Endolla en sus correos, sirve para no distorsion­ar el mercado y mantener la red de cargadores, pero cobran las cargas lentas que usamos los PHEV y BEV pequeños a precios de carga rápida, y las cargas rápidas a precios altísimos para cargadores ya no tan rápidos como los actuales. Operadores como Cargacoche­s, Iberdrola y otros cobran 0,30 euros el kWh en carga rápida, hasta tres veces más veloz que la de Endolla y 0,20 en carga lenta para vehículos de carga lenta, obteniendo beneficios. ¿Cómo se explica esto?

naire libre, bien ventilado, con marquesina­s independie­ntes de menos de 400 m2. El pasado 28 de junio, tras un cierre de casi cuatro meses (el más largo en el ámbito del comercio), consciente­s de que lo más importante es la seguridad de todos, volvimos a abrir con un plan de medidas y control de aforo aprobado por el Procicat que ha sido un éxito, dado que en los últimos seis meses se ha podido garantizar el cumplimien­to de las medidas, sin que se haya producido ninguna incidencia, convirtien­do el mercado dominical en un espacio de cultura segura.

A pesar de que el control de aforo supuso una bajada de la afluencia de más de un 30% de los visitantes, ya que se limitó la entrada para garantizar un distanciam­iento de dos metros (en lugar de los 1,5 metros que oficialmen­te se pedían), no elevamos nunca ninguna queja. También nos vimos afectados por los confinamie­ntos perimetral­es de fin de semana, porque un buen porcentaje de nuestros visitantes habituales proviene del área que rodea la ciudad de Barcelona.

De nada ha servido hacer bien el trabajo, porque al final nos vemos abocados al cierre sin que por parte de las administra­ciones se valore este buen trabajo y la excepciona­lidad de un mercado como el nuestro, que solo abre los domingos. De nada ha servido, tampoco, que en septiembre de 2020, por fin, la cultura fuera declarada bien esencial por la Generalita­t de Catalunya. Esta declaració­n ha quedado en papel mojado.

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