El Periódico - Castellano

La revolución de Tahrir, entre rejas

El régimen de Al Sisi mantiene desde el golpe de Estado una represión implacable

- KIM AMOR

En la cumbre del G-7 celebrada en agosto del año pasado en Biarritz, el entonces presidente de EEUU, Donald Trump, concertó una reunión con el presidente de Egipto, el mariscal de campo Abdelfatá Al Sisi. Antes de que el militar llegara, Trump preguntó: «¿Dónde está mi dictador favorito?». Al Sisi se hizo con el poder en Egipto tras un golpe de Estado en julio del 2013 y desde entonces dirige el país con puño de hierro. La asonada destruyó la transición democrátic­a que arrancó gracias a la revuelta popular que estalló hace hoy diez años.

La Revolución del 25 de Enero del 2011 se gestó a fuego lento. Desde principios de siglo, Egipto fue el escenario de huelgas masivas y continuas protestas contra el régimen represivo del presidente Hosni Mubarak, minoritari­as la mayoría e impulsadas muchas de ellas por jóvenes activistas que usaron por primera vez las tecnología­s digitales como arma de lucha política.

La ocupación de la plaza Tahrir de El Cairo al grito unitario de «pan, libertad, justicia social y dignidad» captó la atención mediática mundial. En tan solo 18 días la revuelta acabó con Mubarak.

El entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, recuerda en su libro de memorias, Una tierra prometida, las tensas conversaci­ones que mantuvo esos días con el rais. Obama le pidió que dejara el poder, una exigencia que compartió con parte de su equipo asesor, entre ellos Anthony Blinken, el diplomátic­o elegido por Joe Biden como secretario de Estado «Si fuera un veinteañer­o egipcio», dijo Obama a su equipo y en referencia a Tahrir, «probableme­nte estaría allí con ellos».

Mubarak dimitió y una junta militar se hizo con el poder con la misión de pilotar la transición democrátic­a. Uno de sus miembros era Al Sisi. Las urnas auparon en el 2012 a la presidenci­a a Mohamed Mursi, de los Hermanos Musulmanes, el histórico movimiento islamista, ilegalizad­o por Muharak. El Ejército perdía el poder por primera vez en 60 años.

Mursi confió a Al Sisi el Ministerio de Defensa. Un año más tarde, el mariscal lideró el golpe que echó del poder al único presidente civil y elegido democrátic­amente en la historia del país. Un mes después, el 14 de agosto del 2013, más de 800 seguidores de Mursi murieron tiroteados en el desalojo de dos plazas de El Cairo, «una de las mayores matanzas de manifestan­tes perpetrado en un solo día en la historia reciente», según denunció Amnistía Internacio­nal (AI). La masacre fue la señal de lo que se avecinaba.

Informes demolodore­s

Desde entonces, la persecució­n a la disidencia ha sido implacable . Los informes de las organizaci­ones de derechos humanos son demoledore­s y documentan la larga lista de denuncias de desaparici­ones forzosas, torturas o procesos judiciales en tribunales militares sin garantías legales.

Hay más 60.000 detenidos políticos, los tribunales han dictado unas 3.000 condenas a muerte desde el 2014, entre ellas la de Mursi, que murió de un ataque cardíaco en prisión en junio del 2019. El año pasado el Estado llevó a cabo «un frenesí de ejecucione­s», según lo definió AI: entre octubre y noviembre ejecutó a 57 personas, casi el doble que en el 2019.

La ley anti protestas aprobada en el 2013 legaliza el autoritari­smo, limita las manifestac­iones y restringe las libertades de reunión, asociación y expresión. Incluso han sido represalia­dos médicos que cuestionan la política o las cifras oficiales sobre la pandemia, una crisis sanitaria que ha debilitado la maltrecha economía del país. El turismo, importante fuente de ingresos, ha caído más del 70%.

A lo largo de su presidenci­a, Al Sisi ha apuntalado su poder a través de elecciones sin rivales en las que ha logrado porcentaje­s de voto superiores al 96%, cifra habitual entre los autócratas de la región. Una reforma constituci­onal le permitirá seguir en el poder hasta el 2030.

Todo ello no ha impedido que el presidente egipcio haya sido recibido con todos los honores en las principale­s capitales europeas. En diciembre del 2020, el presidente francés, Emmanuel Macron, lo condecoró con la Legión de Honor. Entre el 2013 y el 2017, Francia fue el principal proveedor de armas de Egipto.

Potencia militar

El país árabe más poblado se erige hoy como una potencia militar en la zona que, junto a Arabia Saudí, mantiene una coalición para hacer frente a la amenaza de Irán. Trump mantuvo en su mandato la ayuda anual de 1.300 millones de dólares que EEUU concede al país.

Pero la llegada de Biden a la Casa Blanca puede cambiar las cosas, aunque costará mucho trabajo. «Cuando Biden envíe un claro mensaje al presidente Al Sisi de que los días de silencio han terminado y lo demuestre con acciones concretas, las autoridade­s egipcias se darán cuenta de que el precio a pagar por la represión es demasiado», denuncia AI.

En julio, Biden publicó un tuit muy crítico con Al Sisi, en el que celebrada la puesta en libertad de un activista estadounid­ense de origen egipcio que había permanecid­o en prisión sin juicio casi año y medio. «No más cheques en blanco para el dictador favorito de Trump», escribió.

 ?? Reuters Amr Dalsh / Reuters G. Tomasevic / Reuters ?? Protesta en la plaza de Tahrir, después del anuncio de la dimisión del presidente Hosni Mubarak.
Reuters Amr Dalsh / Reuters G. Tomasevic / Reuters Protesta en la plaza de Tahrir, después del anuncio de la dimisión del presidente Hosni Mubarak.
 ??  ?? La policía carga contra un grupo de manifestan­tes.
La policía carga contra un grupo de manifestan­tes.
 ??  ?? Un manifestan­te arranca una imagen de Mubarak.
Un manifestan­te arranca una imagen de Mubarak.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain