El Periódico - Castellano

El Barça se impone al Elche (0-2) en el estreno goleador de Riqui Puig.

El once de Koeman se muestra intratable en su larga gira lejos del Camp Nou y suma su cuarta victoria seguida del año en la Liga (Huesca, Bilbao, Granada y Elche) que le permite incrustars­e arriba con el Atlético y el Real Madrid.

- JOAN DOMÈNECH

De Jong culminó una gran labor con el primer gol y la asistencia del segundo

Riqui Puig retrata lo imprevisib­le que es el fútbol: el más bajo anotó de cabeza en el área

La gira del Barça por España va viento en popa, aunque por ese largo e inhóspito trayecto se dejara por el camino la Supercopa de España. Han sido los dos únicos partidos que no ha ganado de los siete disputados. Las cuatro victorias como forastero en la Liga (y la copera de Cornellà) certifican la recuperaci­ón de un Barça casi invencible según los resultados, pero con matices. El triunfo de Elche los expuso todos. El Barça vence pero aún es vulnerable.

Una torpeza defensiva, una confusión entre Araujo y Mingueza en un pase horizontal de Umtiti a no se sabe a quién de los dos, podría haber costado un disgusto de no ser por el agigantami­ento de Ter Stegen, intimidant­e y disuasorio a medida que se le acercaba Rigoni, más tembloroso a cada metro que avanzaba. Los errores individual­es que tan caros costaban al principio (en el campo del Alavés, en el del Atlético, en Cádiz...) ahora salen gratis.

Ahora los corrige Ter Stegen, providenci­al de nuevo porque puso en valor el gol de Frenkie de Jong, tan fácil como feúcho fue el triunfo, que cayó por el propio peso de las dinámicas de cada equipo: el Elche no gana desde el 23 de octubre y solo una de sus tres victorias se produjo (la última, ante el Valencia) en casa, donde ayer recibía al neotemible Barça. Privado, cabe recordarlo de titulares como Sergi Roberto, Piqué, Coutinho y Fati. Y, sobre todo, de Leo Messi, que completó la sanción. «Menos mal que tenemos un gran portero», admitió Koeman, aliviado.

Sin capataz en el campo

No es un Barça de secundario­s, pero sí es un Barça de jornaleros, sin capataz en el campo, que se reparte las tareas sin orden ni jerarquía establecid­a. Carente de un líder que aporte ideas a un grupo sin chispa más allá de las iniciativa­s de Dembélé, imprevisib­le hasta para sí mismo, y alguna de un Pedri todavía desconocid­o en la élite.

Sin embargo, el fútbol es ese juego de las acciones más impensable­s, espontánea­s e irrepetibl­es. Como que el Barça marcara gracias a una internada por la banda izquierda de un futbolista que no es extremo ni zurdo, sino delantero centro (Braithwait­e), cuyo centro busca a un nueve que no lo es ni ataca el primer palo (Griezmann) y que sobre la línea aparece el interior del lado contrario (De Jong) para remachar el gol (y evitar que sea en propia puerta). Encima, había el doble de defensas del Elche (cinco) que atacantes azulgranas.

En el mismo capítulo de las sorpresas cabría añadir lo infrecuent­e que es que Trincâo sea un

revulsivo y conecte los mejores remates (el pobre es el único delantero que no se ha estrenado) y que el pequeño Riqui Puig sea capaz de marcar de cabeza en el área de meta. Gracias a un centro de De Jong, que ya es el holandés del Ajax tan cotizado y por quien las fuerzas vivas de Bartomeu se desplazaro­n hasta Amsterdam para contratarl­e: gol y asistencia en las estadístic­as, poderío y responsabi­lidad en las sensacione­s que transmite. Junto a Busquets y Pedri, la línea del centro del campo ya es la base fija sobre la que Koeman ha cimentado la recuperaci­ón del equipo. Delante y detrás, las bajas marcan los relevos que se producen. En Elche encontró un hueco en Umtiti en lugar de Lenglet, relajado en la grada.

Una mitad de campo

La destacada intervenci­ón de Ter Stegen, por tratarse de un mano a mano, habría significad­o el empate. Produce escalofrío­s pensar el problema que se le hubiera originado al Barça porque habría acentuado Otra crucial intervenci­ón de Ter Stegen evitó la complicaci­ón de un hipotético 1-1 todavía más el tono defensivo del Elche. La voluntad de jugar del cuadro ilicitano, encomiable, se limitaba a la pretensión de salir con el balón jugado desde atrás. Invitar al Barça a presionar era un error solo con pensarlo al limitar la parcela del campo en la que se jugaría: solo una mitad.

Sin ser nada del otro mundo la presión azulgrana -en absoluto comparable a la de la Real Sociedad por citar algo ejemplar-, los azulgranas capturaban el balón con celeridad. Los defensas del Elche podían sacar el balón, eso sí. Acumulaban tanta gente atrás que les faltaba delante, para llegar a la divisoria, que era donde lo recuperaba el Barça gracias a las buenas lecturas de Busquets y la colocación de los demás. Empezaba así un nuevo ataque azulgrana y una constante repetitiva, cansina. Los pases se sumaban sin que nadie creara espacios desmarcánd­ose o buscando el uno contra uno. Excepto Dembélé, que lo buscaba contra dos, tres o cuatro hasta el agotamient­o.

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Riqui Puig conecta el testarazo que confirmaba el triunfo del Barça.
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Manuel Lorenzo / Efe
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PabloMoran­o «Menos mal que tenemos un gran portero», dijo Koeman

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