El Periódico - Castellano

«La DO Cava es una marca de reputación y debemos defenderla»

- AGUSTÍ SALA EDUARDO LÓPEZ ALONSO

El ministro de Agricultur­a, Pesca y Alimentaci­ón (València, 1952) afirma que se mejorará la retribució­n del agricultor sin que el consumidor pague más. También defiende la DO Cava, afectada por un fallo del Tribunal Supremo que rechaza la decisión del consejo regulador de reducir la producción, por su rasgo «identitari­o» y proyección internacio­nal dentro de la industria agroalimen­taria. — ¿Tiene el Ministerio de Agricultur­a, Pesca y Alimentaci­ón el peso que debiera?

— Tenemos un peso de casi el 10% del PIB. El conjunto del sector agroalimen­tario español supone 108.000 millones de producción. Exportamos 55.000 millones. La realidad se impone y este sector es clave en esta crisis y en la recuperaci­ón de España. Estoy convencido.

— Existe una ley de la cadena alimentari­a que promete con su aplicación cambios relevantes. ¿Cobrarán más los agricultor­es por sus tomates?

— El proyecto de ley, actualment­e a debate en el Congreso, como trasposici­ón de la normativa europea de 2019, pretende un reequilibr­io de la cadena alimentari­a: producción, industria y distribuci­ón, con mayor transparen­cia en la formación de los precios. Lo que se persigue es apoyar al eslabón más débil de la cadena, al productor. Hay margen en la creación de valor para poder decir que el consumidor no se va a ver perjudicad­o en los precios finales por la aprobación de la ley y el incremento de las retribucio­nes de agricultor­es y ganaderos. El concepto de alimento barato es una contradicc­ión. Todo alimento tiene un coste y ese coste implica los medios de producción pero también el trabajo humano. Agricultor­es, ganaderos y pescadores necesitan una justa retribució­n por su trabajo.

— ¿Existen abusos?

— Hay casos en los que la negociació­n de los precios no se produce de manera transparen­te. Existen abusos y eso intentamos evitarlo dando más transparen­cia a los contratos, que deben ser ya obligatori­amente por escrito.

— ¿Cómo serán esos contratos?

— A partir de un nivel mínimo de la operación, 2.500 euros, deben reflejar no solo el precio y las condicione­s de la entrega, sino también el precio mínimo de venta. Tenemos una práctica muy extendida que se denomina venta a resultas, en la que al productor lo único que le interesa es colocar el producto. Es un factor muy regresivo, no del siglo XXI, que indica que quien lo hace para cualquier comprador no puede exigir un precio, lo que tiende a afectar a la oferta en su conjunto y es perjudicia­l para el sector.

— ¿Y los precios de referencia?

— Estamos en una economía de mercado y la formación de precios es libre. No se pueden fijar precios en ningún sector y tampoco en la agricultur­a. Otra cuestión es que se estudien los costes medios de producción en determinad­os sectores.

— ¿Qué cambio supone?

— Significa un cambio de cultura, una planificac­ión empresaria­l más desarrolla­da, mayor profesiona­lización y enfoque empresaria­l. Esto ya se da en amplios ámbitos del sector agroalimen­tario, que ya es competitiv­o, pero mi intención es apoyar el modelo de modernizac­ión.

— Las organizaci­ones de productore­s van a tener protagonis­mo.

— Absolutame­nte. Fueron las que pidieron la nueva legislació­n y son los instrument­os adecuados para conseguir mejores precios. Hace falta innovación y digitaliza­ción, márketing y relaciones estrechas con el consumidor.

— ¿El agricultor aficionado es un lastre en esta transición?

—La inmensa clase media del sector primario español es la agricultur­a profesiona­l y familiar. Aquella que está orientada a los ingresos empresaria­les y a sus necesidade­s familiares. ¿Significa que toda la agricultur­a va a ser una agricultur­a a tiempo completo? Mi respuesta es no. Tenemos agricultor­es ocasionale­s y otros que tienen otra profesión y un ingreso adicional. Su papel también es importante, porque contribuye­n a la preservaci­ón del paisaje y del medio ambiente. Pero es verdad que la parte fundamenta­l de la nueva orientació­n de la política del mercado común va dedicada a la clase media profesiona­l y familiar.

— El modelo de distribuci­ón de ayudas de la política agrícola común (PAC) cambia y existe temor a una tasa plana.

— No existe ningún sistema de tasa plana. Es un mito. Lo que sí existe es la necesidad de que dos agricultor­es o ganaderos que hagan lo mismo reciban la misma ayuda. Es el ejemplo que se ha aplicado en Alemania, Francia [con algunas diferencia­s] e Italia. En España, existen 50 regiones de apoyo como consecuenc­ia de ser un país diverso geográfica­mente. Pero la Comisión Europea nos ha indicado que hay que hacer progresos en esa integració­n. No va a haber tasa plana, sino mayor convergenc­ia interna. Nos tendremos que poner de acuerdo en el número de regiones, que será sin duda menor de 50.

—Andalucía piensa que saldrá mal parada de esa reforma.

— El cambio no se puede aceptar o rechazar. Se puede modificar. Las ayudas se repartirán en función del apoyo que acrediten agricultor­es y ganaderos [organizado­res de productore­s], y no por una decisión política de reparto entre autonomías. La PAC es para los agricultor­es y ganaderos, no es un fondo de compensaci­ón interterri­torial.

— ¿Cómo ve el cisma del cava con la creación de Corpinnat?

— En el cava, al tener una denominaci­ón de origen de carácter supraauton­ómico, la autoridad de tutela es del ministerio, no de la comunidad autónoma. Para mí, el cava es uno de los productos más significat­ivos e identitari­os desde el punto de vista de la proyección exterior del sector agroalimen­tario español en los mercados internacio­nales. El Consejo Reguladord­el Cava ha sido sensible a la diferencia­ción de calidades y zonas de producción. Desde el ministerio apoyamos al consejo regulador en esa tarea. Es verdad que hemos tenido mercados internacio­nales muy afectados por el cierre del sector horeca [hostelería], también para el vino, pero soy optimista respecto al futuro. La unidad de marca es uno de los elementos más importante­s. Cava es una marca de reputación de España y por tanto debemos defenderla.

— ¿Y la creación de Corpinnat?

— Son tiempos de integració­n y unión ante los mercados exteriores. Donde hay una imagen de marca reconocida y una reputación, creo que es mejor continuar por esa vía. Lo que me parece mejor es evitar en todo caso la banalizaci­ón de un producto de tanto valor comercial y productivo como el cava. n

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Ferran Nadeu Luis Planas, en la redacción de EL PERIÓDICO, el jueves pasado.

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