John Banville mata a Benjamin Black
El autor irlandés acaba con su seudónimo, Benjamin Black, en el mercado anglosajón en su último trabajo, ‘Quirke en San Sebastián’. En España, sin embargo, mantendrá a su ‘alter ego’.
La última novela de John Banville en su encarnación Benjamin Black, Quirke en San Sebastián, no ha visto todavía la luz en su original inglés pero ya puede encontrarse en versión castellana y catalana. Quizá el título obligue –el original es April in Spain- pero sacar al melancólico patólogo de Dublín no es la única de sus novedades. También puede suponer la muerte de Black, el artesano de la novela negra y gemelo siniestro de ese elegante escritor que es Banville. El autor y ganador del Príncipe de Asturias ha decidido –por recomendación de su agente Andrew Wylie- que a partir de ahora todos sus libros en el mercado anglosajón aparezcan con su nombre real, aunque eso no haya sido adoptado por Alfaguara y Bromera, que firmaron contratos al respecto todavía vigentes. Y es que como la marca Black goza de mucho predicamento aquí, es posible que no desaparezca.
La decisión la tomó el irlandés buscando pistas para esta novela que recupera un personaje, April Latimer, que los lectores creíamos muerto en una novela anterior, En busca de April. «No suelo releer mis novelas, me pone enfermo. Pero tenía que recordar los detalles y me puse a escuchar el audiolibro interpretado por Timothy Dalton en mis noches de insomnio. Me atrapó de tal manera que me olvidé de que aquello lo había escrito yo. Decidí que tenía que aceptar la paternidad de estas novelas, que fueron escritas con placer y buscan lo mismo en su lectura».
El autor ha querido verter las sensaciones que tuvo en la visita a un festival literario de Donostia para darle a su personaje –«una pobre criatura que todo lo que toca lo convierte en tragedia»- una cierta felicidad. Ahora Quirke está casado y se toma unas vacaciones con su nueva esposa en una ciudad donde puede gozar de los placeres de la comida y el buen vino.
Todo lo contrario al retiro pandémico en el que se encuentra ahora Banville que dice vivir encantado y, por tanto, con culpabilidad frente al sufrimiento del planeta. «Soy un tipo al que le gusta el silencio y el aislamiento y además odio la Navidad», dice con sonrisa socarrona.
El virus más listo
Y se viene arriba cuando se le pregunta si el secreto es un ingrediente fundamental para el escritor. «Por supuesto. Vivimos vidas secretas. Nos levantamos y nos vestimos interpretando un personaje que disfrazamos y maquillamos para jugar a eso frente a los demás. Nunca admitimos la profundidad de nuestra sexualidad ni siquiera con nuestras parejas. Nunca podemos ser auténticos, como los son los animales. Así que ese es nuestro lastre pero también, nuestra gloria», filosofa al tiempo que piensa que esa gloria se va ir al traste con la pandemia. «Somos el virus más listo del planeta, pero también el más prescindible. Cuando no estemos aquí, el mundo seguirá siendo perfecto sin nosotros».
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