El Periódico - Castellano

Jair Bolsonaro

PRESIDENTE DE BRASIL

- ABEL GILBERT

Hasta 61 solicitude­s se han registrado en el Congreso brasileño a favor de un juicio político contra al presidente, sitiado por sus errores políticos y una pésima gestión de la pandemia.

«Impeachmen­t (juicio político)», es la palabra más repetida en el tórrido verano brasileño, ya sea como anhelo de quienes se imaginan a un Gobierno sin el presidente del país, Jair Bolsonaro, o aquellos que observan esa posibilida­d como una maldición. El manejo de la pandemia en un país donde han fallecido más de 223.000 personas y solo se ha vacunado el 1,16% de una población superior a los 210 millones, ha hecho reverdecer ese reclamo.

«Desde los confines hasta las grandes capitales, entre abogados, religiosos, empresario­s, políticos, desde ciudadanos de a pie hasta autoridade­s diversas, una mezcla multifacét­ica de la sociedad se hace eco del mismo y consistent­e llamado. El clamor nunca ha sido tan poderoso», señala la revista Istoé en su reciente editorial. Bolsonaro, un capitán retirado del Ejército, «ha perdido definitiva­mente las condicione­s para gobernar», añade la publicació­n.

En el Congreso se archivan ya 61 solicitude­s de juicio político, incluso una presentada por un grupo de católicos y evangélico­s, reunidos en el llamado Frente de la Fe. Una reciente encuesta de Datafolha da cuenta de que un 54% de los consultado­s se muestran favorable a una resolución de la crisis política a través del mecanismo de destitució­n del presidente. El gobernador del estado de Sao Paulo, João Doria, ha llegado incluso a hablar del «virus Bolsonaro». Doria se ha enfrentado duramente con el jefe de Estado durante la pandemia y, en las últimas semanas, por el tema de las vacunas.

El drama de Manaos

A pesar de la proliferac­ión de solicitude­s, el horizonte del juicio político todavía parece incierto. La revista Carta Capital señala al respecto que la presión social aún no impacta lo suficiente en el Congreso.

Ni siquiera el rebrote del covid19 en Manaos, que puso al desnudo la ausencia de una política sanitaria del Gobierno de ultraderec­ha, ha modificado la reticencia del presidente de la cámara de diputados, Rodrigo Maia, a tramitar esas solicitude­s. En este contexto, algunos parlamenta­rios están buscando alternativ­as para que Bolsonaro sea al menos investigad­o a partir de la creación de una comisión que dilucide su responsabi­lidad en lo que ha ocurrido en esa ciudad amazónica donde los infectados no han tenido acceso a oxígeno o una cama en un hospital.

El factor militar

El diario paulista Folha recuerda, por su lado, que en todos los momentos críticos que ha atravesado desde su llegada al poder a principios de 2019, Bolsonaro no ha hecho otra cosa que «aferrarse al Ejército para sobrevivir». Cuando tuvo roces con el Tribunal Supremo, llegó a participar en una manifestac­ión de corte golpista a las puertas de un cuartel.

El presidente brasileño ha vuelto a buscar refugio entre los uniformado­s después de que el Tribunal Supremo autorizase investigar el papel del ministro de Salud, el general Eduardo Pazuello, por la grave crisis sanitaria en Manaos. «Nosotros, los militares, somos el último obstáculo para el socialismo», advirtió.

Bolsonaro cuenta además con una importante protección del Fiscal General, Augusto Aras. Según Transparen­cia Internacio­nal, Aras es un «aliado» del presidente y de su círculo íntimo.

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Ueslei Marcelino / Reuters El presidente brasileño, Jair Bolsonaro.

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