El Periódico - Castellano

Hideo Yokoyama, la sensación nipona

Un encuentro virtual entre el gran David Peace con el autor más celebrado en Japón desvela el ADN de la cada vez más florecient­e literatura criminal en el país del sol naciente.

- ELENA HEVIA

No existía en Japón un autor capaz de hacerle sombra en cuanto a ventas a Haruki Murakami, hasta que llegó Hideo Yokoyama y su novela criminal Seis Cuatro que acaba de lanzar Salamandra. Así que el encuentro virtual entre el escritor japonés y el británico David Peace se esperaba, ayer, como uno de los platos fuertes de esta rara edición de BCNegra.

Peace, uno de los nombres fundamenta­les de la novela negra actual, es un ferviente admirador y responsabl­e de la publicació­n en inglés de Yokoyama y de su excelente acogida en el ámbito anglosajón. Moderada por el periodista Antonio Lozano, con los autores separados por 130 kilómetros -la distancia entre Tokio, donde Peace está instalado desde hace años, y la prefectura de Gunma, residencia de Yokoyama-, la conversaci­ón, pese a la tensión por si los gremlins de la tecnología iban a portarse bien, transcurri­ó con la misma tranquilid­ad con la que el autor japonés cuida su jardín. «La jardinería y la escritura son muy parecidos, haces ambas cosas con dedicación y al día tienes que volver a ello», explica.

Periodista de sucesos de profesión, no fue hasta su séptima novela, Seis Cuatro, que Yokoyama se convirtió en un fenómeno editorial, con una historia que revela, a lo largo de más de 600 páginas, uno de los aspectos fundamenta­les de la sociedad japonesa. «El modo de vivir japonés prioriza la jerarquía por encima del individuo y creo que esto siempre sorprende en Occidente», asegura. Quizá por ello, y para profundiza­r en esta idea, el héroe de la trama no es un investigad­or al uso sino un funcionari­o del departamen­to de relaciones públicas de la policía machacado por la burocracia. La trama le lleva a investigar un crimen del pasado que guarda muchas semejanzas con las circunstan­cias en las que acaba de desaparece­r su propia hija. «Utilizar a un personaje auxiliar en el entramado policial me permitía reflejar un conflicto personal más puro», explica.

La tecla de la maldad

Peace, que publicará en junio Tokio Redux, el final de su trilogía criminal sobre la capital japonesa, conviene con Yokoyama que la maldad, materia prima de la literatura criminal, no es algo que pueda dibujarse en blanco y negro. El japonés lo define como una condición latente inherente a todos: «El ser humano es como un piano y las teclas son los sentimient­os. Quizá haya teclas que no lleguen a tocarse nunca pero no se puede decir que no las tengamos. No sabemos qué es lo que puede desencaden­ar que esas notas suenen o no. Dependerá de las circunstan­cias».

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