Pañolada a Tusquets
Si Bartomeu se libró de unas cuantas protestas gracias a la pandemia, se diría que el presidente de la gestora va por el camino
Tusquets parece haber tomado parte. Quizá no es así, pero empieza a dar esa impresión de falta de imparcialidad
Lo de Carles Tusquets se está haciendo largo. No es una mera opinión del que esto escribe. Es suscrito por algunas de las voces tanteadas en el seno del propio club. El hombre que iba a convocar elecciones (dicho ampulosamente así, en inglés) lleva ya al frente de la comisión gestora más allá de los tres meses que le corresponden. Parecen muchos más.
Claro, tiene excusa. La pandemia. Las restricciones. Lo sabemos. El 24 de enero no pudo ser. No se entiende que no convocara antes de Navidad y evitara parte de las penurias a los precandidatos, pero aquí estamos, pendientes del 7 de marzo, de que un presidente legítimo tome decisiones cruciales para el futuro de una entidad sumida en una de las peores crisis de su historia.
Que la presidencia de la gestora está extralimitándose de sus funciones naturales no admite discusión. Lo lógico sería que casi no conociéramos su nombre. Llegar, proponer una fecha electoral y adiós. Ni rondas mediáticas para opinar sobre si convenía vender a Messi. Ni saltarse abogados para renegociar contratos del primer equipo. Ni interferir en las secciones. Ni filtrar documentos técnicos que desprestigian a jugadores propios. Y, ni mucho menos, pelearse públicamente con candidatos a la presidencia, que al menos tienen ya el respaldo de algunos socios.
El presidente de la gestora parece haber tomado parte. El que esto firma desconoce si esto es realmente así, que le agrade o desagrade uno o más que otros. Pero da esta impresión. Y esto es poco estético. Si además de extenderse más de la cuenta en el cargo y de regodearse en la exposición mediática, no respeta la apariencia de imparcialidad, se diría que algo de todo esto se le está yendo de las manos.
Convocar y desconvocar a los candidatos para volver a hablar de Eric García, indignando incluso a los propios compañeros de la gestora, fue un último movimiento impropio de su responsabilidad. Conviene compadecerse un rato del central catalán, un chico predestinado a regresar un día a Barcelona que ahora se ve envuelto en un juego de intereses poco edificante.
No se entiende que no esté aquí si realmente cuesta 230.000 euros -una barbaridad en la vida real, pero hablamos de fútboly más si lo quiere el desamparado entrenador; ni tampoco resulta comprensible que un candidato ponga trabas a la operación para no conceder un éxito de gestión a otro. Quizá no es así, pero lo puede parecer. Y con los números ya se sabe que nos confunden.
Al final, si no hay consenso entre los tres candidatos para realizar aunque sea el mínimo gasto, el presidente de la gestora debe quedarse quieto. De paso, iría bien que se apartara un poco de los focos, internos y externos al club, en el largo mes que aún le queda en el cargo.
Si Bartomeu se libró de unas cuantas protestas del Camp Nou gracias a la pandemia, se diría que Tusquets va camino de lo mismo. Sí, se va ganando el presidente de la gestora una soberana pañolada. as soon as possible