El Periódico - Castellano

Con la boca abierta

- Luis Mauri

Ojalá no haya que asistir a algo peor: malbaratar por vileza o inutilidad la recuperaci­ón

El dato no es radicalmen­te nuevo; aun así, te deja con la boca abierta. Luego, tras el asombro, llegan el recelo y la inquietud y, al fin, la zozobra.

Entre 2014 y 2020, España solo utilizó uno de cada tres euros (33%) que le había asignado el Fondo Social Europeo y uno de cada cuatro (26%) del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder).

Catalunya merece una mención especial. Como en esta década de Peter y Murphy todo lo malo es susceptibl­e de empeorar, Catalunya solo ejecutó durante el mismo periodo uno de cada 10 euros (11%) del Fondo Social Europeo y dos de cada 10 (19%) del Feder.

Recelo, inquietud, zozobra. Sentimient­os que crecen al convertir los porcentaje­s en valores absolutos. El montante del Fondo Social que España no usó suma casi 7.000 millones de euros y el del Feder se acerca a 22.000 millones. En Catalunya, el dinero no utilizado asciende, respectiva­mente, a 540 millones y casi 1.400 millones de euros.

Recelo, inquietud, zozobra. Que fatigan más aun al constatar que, sin alcanzar una perfección inexistent­e, casi todos los países europeos actuaron con más diligencia. Holanda ejecutó el 74% de la asignación del Fondo Social y el 67% del Feder entre 2014 y 2020. Alemania, el 65% y el 47%. Francia, el 59% y el 48%. Portugal, el 51% y el 62%. La media de ejecución en la UE fue del 44% y el 40%.

Europa brinda a los países una prórroga para reparar la indolencia. Hasta 2023, podrán ingresar los fondos asignados y no ejecutados si concluyen los proyectos correspond­ientes. Agotada la prórroga, el dinero no dispuesto se perderá como el agua por el sumidero de la ducha. Una obscenidad.

Pese al trienio de repesca, en España la capacidad de ejecución es insatisfac­toria. Y en Catalunya, estremeced­ora. Nunca es buen momento para la ineficacia, pero este es el peor de los posibles. Catalunya, España, Europa están llamadas a una operación de reconstruc­ción y transforma­ción económica jamás vista desde que la UE era un embrión mínimo. El fondo Next Generation UE, constituid­o con 750.000 millones de euros de los que 140.000 millones correspond­en a España, el segundo país más beneficiad­o detrás de Italia, aguarda a la presentaci­ón de proyectos orientados a una metamorfos­is verde y digital de la economía europea. Bruselas espera los proyectos antes de que finalice abril.

El trance es Histórico. Con mayúscula. No pasará otro tren igual en muchas décadas. Si la capacidad de aprovecham­iento de los fondos estructura­les europeos se revela insatisfac­toria en España y estremeced­ora en Catalunya, el tacticismo partidista orquestado para intentar torpedear el decreto de gestión del fondo Next Generation es hiriente. Ni insatisfac­torio ni estremeced­or: hiriente.

Esta emergencia sanitaria y este cataclismo económico no tienen parangón en España en tiempos de paz. Ojalá no haya que asistir a algo peor aún: malbaratar por mezquindad o por incompeten­cia la oportunida­d de la recuperaci­ón.

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