Los silencios del debate
En los debates se habla mucho para decir poco, por eso cuando los candidatos se quedan mudos es cuando se expresan mejor. En el debate de TVE Catalunya, el silencio se impuso por tres veces. Cuando Laura Borràs prometió reactivar la DUI (con todo lo que implicó e implicaría de repetirse la jugada) todos permanecieron callados por unos pocos y sorprendentes segundos. Expresaron de forma elocuente el fastidio de los propios políticos (excepto en JxCat, se supone) por tener que replantearse aquel desastre.
Después, Pere Aragonès se dirigió directamente a Salvador Illa interesándose por su predisposición a negociar un referéndum que permita saber cuántos catalanes militan en cada bloque. El candidato del PSC ni parpadeó, probablemente anonadado por la glosa previa de la consulta popular como la madre de la democracia. Finalmente, Illa interpeló a todos en general y a Aragonès en particular (ERC sigue oficialmente en la mesa de diálogo) con una pregunta simple: ¿están dispuestos a negociar dentro de la ley? El mutis de todos los aspirantes fue clamoroso, incluso los más aguerridos constitucionalistas se quedaron sin palabras.
La impenetrabilidad de los dos bloques de la política catalana es alta, pese a las esperanzadoras grietas internas observables en ambos bandos. No es presumible que un Govern transversal que debería aportar diálogo, sosiego y cierta estabilidad vaya a imponerse tan pronto. Una década de despropósitos cruzados deja un poso de desconfianza y un mapa de heridas que no se esfuman por arte de magia.
La campaña tampoco es el periodo idóneo para mea culpa, son días de callar mucho sin parar de hablar. Tal vez haya que esperar a la consolidación de los nuevos liderazgos. Se diría que Illa lo tiene más fácil; sus oponentes de bloque se han rendido a los sondeos. Aragonès no goza del reconocimiento de JxCat; Borràs cree en repetir el sorpasso de 2017 y explota los miedos de ERC.