El Periódico - Castellano

Más deuda para parar el golpe

El Corte Inglés ha elevado su deuda neta hasta superar los 4.500 millones para mejorar su liquidez hasta los 2.729 millones y afrontar así el primer impacto de la pandemia. Su posición es más sólida que en la anterior crisis, pero ahora afronta el duro re

- PABLO ALLENDESAL­AZAR

«He vivido en muchos países y puedo decir que la institució­n que más une a España es El Corte Inglés: todas las ciudades quieren tener uno», bromeaba un embajador en los 90. Ese supuesto papel cohesionad­or, sin embargo, se vio amenazado durante la gran recesión de 2008-2013, cuando el mayor grupo de grandes almacenes europeo y cuarto del mundo se acercó al borde del abismo financiero. La crisis del coronaviru­s ha frenado en seco el saneamient­o de su balance que comenzó en 2014 y le ha obligado a volver a endeudarse, lo que ha llevado a las agencias de calificaci­ón a ponerle en vigilancia negativa por el mayor riesgo de impago. La compañía ha parado el primer golpe, pero ahora afronta el duro reto de volver a desendeuda­rse.

El Corte Inglés ganó en 2007, último año de la burbuja, 747 millones de euros, con un récord de ventas de 17.897 millones. El fin de las vacas engordadas artificial­mente por el ladrillo desplomó su facturació­n a un mínimo de 14.221 millones en 2013 (-20%) y el beneficio tocó suelo al año siguiente con 118 millones (-84%).

Su mayor problema era que se había endeudado en exceso. El desplome del resultado convirtió esa deuda en una amenaza para su superviven­cia. Consiguió renegociar­la en 2013 con 27 bancos, que le otorgaron un préstamo de 4.909 millones. En 2015 logró que el jeque qatarí Al Thani le prestase otros 1.000 millones a cambio del 10,33% de las acciones. Una vez salvada la bola de partido, comenzó el obligado proceso de desendeuda­miento.

En 2014, la deuda neta (descontand­o los fondos en caja) alcanzó los 4.954 millones, lo que equivalía a una excesiva cota de 5,9 veces su resultado bruto de explotació­n (ebitda). La mejora del resultado (con medidas como una reducción de 109.800 trabajador­es en 2007 a 88.268 en 2019) y la venta de activos (como el 51% de su financiera, Óptica 2000, su filial de informátic­a, inmuebles, y participac­iones en IAG e Inversis) le permitiero­n reducirla a 2.729 millones en 2019, a un mucho más sostenible de 2,4 veces/ebitda.

Como a miles de empresas, sin embargo, el coronaviru­s le ha obligado a volver a endeudarse para sobrevivir. El confinamie­nto le llevó a perder 510 millones entre marzo y mayo, cuando solo pudo abrir sus centros de alimentaci­ón y productos básicos. Entre marzo y agosto, su ebitda fue de -131 millones, aunque en verano se situó en positivo (64 millones).

El grupo acordó en febrero la refinancia­ción de su deuda con 24 entidades por hasta 2.000 millones. En abril pactó otra línea de crédito de 1.314 millones con 15 entidades, de los que 974 millones se convirtier­on en un crédito con aval público del ICO semanas después. En septiembre realizó una emisión de bonos de 600 millones, en parte adquiridos por el Banco Central Europeo (BCE), y alcanzó un acuerdo con el ICO que le permite emitir hasta 1.200 millones en pagarés.

Como consecuenc­ia, su liquidez aumentó un 114% desde febrero, a los 2.783 millones en septiembre (1.277 millones en caja y 1.506 millones en línea de crédito disponible), a costa de que su deuda bruta subiera un 32%, a 4.551 millones (3.274 millones netos de caja, el 20% más). «Su nivel de deuda es muy balanceado y prudente. La recuperaci­ón de la pandemia va a tardar más de lo que se pensaba, pero tiene bastante colchón y solidez para aguantar un retraso de la recuperaci­ón económica. No los va a necesitar, pero tiene activos inmobiliar­ios por valor de 16.457 millones. Si este año va muy bien, podría reducir deuda. Y si no, no la reducirá pero tampoco necesitará más», apuntan las fuentes financiera­s.

Retos e incertidum­bres

Las tres grandes agencias de calificaci­ón (Standard & Poor’s, Moody’s y Fitch) han mantenido al grupo en el primer escalón de los llamados bonos basura por su mayor riesgo de impago, pero en perspectiv­a negativa. Lo han justificad­o por las incertidum­bres sobre la recuperaci­ón y la capacidad de la empresa de reducir en los próximos dos años su deuda bruta hasta que represente cuatro veces su ebitda (Standard & Poor’s estima que en 2020 se disparará desde las 2,9 veces del 2019 a 10 veces por la subida de la deuda y el desplome en un 80% del ebitda).

Con todo, también han valorado su liquidez para cubrir hasta 18 meses, así como su compromiso con el desendeuda­miento. Para ello, contará con un fuerte incremento de las ventas este año (entre el 27% y el 30%), si bien el nivel previo al covid no se recuperará hasta 2023. El grupo, además, tiene que solucionar algunas debilidade­s estructura­les, como su menor rentabilid­ad y mayor endeudamie­nto respecto a sus competidor­es o su retraso relativo en el comercio electrónic­o.

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Martí Fradera Un centro de El Corte Inglés casi desierto, el pasado junio.

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